EDITORIAL
Las risas de Sánchez en el Senado se apagan en 24 horas: el PSOE será investigado por los sobres

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez
Apenas 24 horas separan las carcajadas de Pedro Sánchez en el Senado de la bomba judicial que ha estallado en Ferraz. El jueves, el presidente del Gobierno se pavoneaba ante los senadores de la oposición, soltando pullas con sorna sobre los escándalos del PP –Bárcenas, sobresueldos, contratos dudosos– mientras esquivaba con evasivas y negativas cualquier alusión a la podredumbre en su propio partido. Entre risas, respondía a las preguntas sobre las sospechas que se ciernen en torno a él, su esposa y su partido, como si la corrupción en Moncloa fuera un chiste de mal gusto. Pero el viernes, el juez Leopoldo Puente del Tribunal Supremo ha recordado a Sánchez que la Justicia no es un monólogo presidencial: ha remitido a la Audiencia Nacional la investigación sobre los pagos en metálico del PSOE a José Luis Ábalos y Koldo García, por posible blanqueo de capitales.
El magistrado, tras examinar el informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil y declarar a testigos, cuestiona el origen de esos "sobres" que suman decenas de miles de euros. Dieciséis indicios apuntan a una financiación irregular del PSOE: transferencias opacas, falta de justificantes y un entramado que huele a enchufes y favores. Puente envía el testimonio al Juzgado Central de Instrucción número 2, a cargo de Ismael Moreno, para que determine si hay delito. No es una casualidad, es el peso de la evidencia acumulada en el 'caso Koldo', que salpica directamente al núcleo socialista.
La reacción del PSOE no ha tardado en desplegar su guión habitual: victimismo y ataques a la toga. Patxi López, portavoz parlamentario y fiel escudero de Sánchez, ha insinuado que se trata de una "coincidencia significativa": cada vez que al PP le va mal, la Justicia "saca" una noticia contra los socialistas. ¿Intencionalidad política? López y sus correligionarios pintan al juez Puente como un actor al servicio de Génova, remitiendo el caso a la Audiencia para perjudicar al PSOE y apuntalar al PP. Es el mismo libreto que ensayaron hace semanas, cuando acusaron a Puente de "no respetar la separación de poderes" por sugerir que Ábalos no merecía seguir como diputado pese a los indicios.
Esta estrategia es tan burda como desesperada. Criticar la independencia judicial no exime de rendir cuentas; al contrario, revela el pánico de un partido acorralado. Los socialistas, que se llenan la boca con el Estado de derecho, lo convierten en chivo expiatorio cada vez que la UCO destapa sus cloacas. López, con su retórica de "ya vale de estas críticas", no defiende la democracia: la erosiona, sugiriendo que los jueces deben plegarse a la agenda política de Ferraz. Si el PSOE se financia con sobres dudosos –como apuntó la UCO–, no es culpa de Puente, sino de quienes los entregaron.
Las risas de Sánchez se han evaporado porque la Justicia, por fin, ilumina las sombras de Moncloa. La Audiencia Nacional no es un capricho para perjudicar: es el deber de esclarecer si el partido del Gobierno blanqueó fondos para campañas o enchufes. Que López y compañía griten "conspiración" solo acelera su descrédito. España merece transparencia, no excusas. Si los socialistas quieren risas, que las busquen en el circo; la realidad judicial es implacable.