| 02 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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Imagen del mural pintado en Barcelona de Pedro Sánchez y Carles Puigdemont dandose un beso.
Imagen del mural pintado en Barcelona de Pedro Sánchez y Carles Puigdemont dandose un beso.

Sánchez y la entropía: una teoría equivocada

En el caso del presidente, este sentido de estado ha sido devorado por un enorme ego y una descontrolada necesidad de poder. Su ego rechaza una reunión con el líder del partido más votado.

| Jaime López-Quiles/Acción Liberal Opinión

Una de las más fascinantes magnitudes de la física es la entropía. Con permiso de físicos y químicos doctos en el campo de la termodinámica, me aventuraré a dar una simplista definición de este concepto no sin temor a ser acertadamente reprobado; podemos definir la entropía como el grado de desorden de un sistema. La entropía es mayor en los gases que en los líquidos, y la de éstos es mayor que en los sólidos, de estructura molecular más ordenada. La entropía además depende del estado inicial y final del sistema, por lo que en un proceso reversible no hay variación de la entropía (desorden), pero en un sistema que sufre un proceso irreversible el desorden tiende a aumentar.

El ejemplo más clásico es el de un plato que se rompe al caer al suelo; inicialmente el plato es un sistema perfectamente ordenado, pero tras su ruptura nunca volverá a estar unido y ordenado de forma espontánea, su grado de desorden solo puede aumentar. Este concepto físico sirve a los científicos para explicar la inevitable evolución del Universo como un sistema, en el que su estado inicial fue el Big Bang, y su estado final será su muerte, en un proceso irremediablemente irreversible. 

Sin necesidad de proyectar a escala universal, podemos hacer el experimento de considerar a España como un sistema molecular aproximadamente ordenado, con un grado de desorden próximo a cero. Hay muchas variables del sistema que incrementan el grado de desorden en este siglo: el populismo, la polarización de la política, las fake news, la posverdad, los conflictos bélicos, los nacionalismos… sin embargo el “plato” no se ha roto todavía, no hemos llegado a la situación de irreversibilidad en la que el desorden solo puede aumentar; aunque no sabemos por cuanto tiempo esto seguirá siendo así.

 En los próximos meses esto puede cambiar sin remedio, ya que la estabilidad del “plato” está en manos de personas y partidos que ansían romper el plato por encima de todo. Hasta ahora estos factores desestabilizadores internos y externos estaban algo controlados por gobernantes con cierto sentido de estado que mantenían el sistema razonablemente ordenado, pero en el caso de nuestro actual presidente este sentido de estado ha sido devorado por un enorme ego y una descontrolada necesidad de poder.

La integridad de nuestro pequeño y ordenado sistema llamado España peligra más que nunca ya que está en las manos menos garantes

La integridad de nuestro pequeño y ordenado sistema llamado España peligra más que nunca ya que está en las manos menos garantes; el futuro de los 50 millones de españoles depende del ego de uno solo. Y es un ego capaz de rechazar una reunión con el líder del partido más votado en las pasadas elecciones por orgullo, aunque dicha cita hubiese al menos sido de utilidad para bajar los humos del huido en Waterloo; Puigdemont se sabe ganador de nuestro ineficaz sistema electoral, y lo está demostrando antes incluso de sentarse a hablar de cómo “romper el plato”. Si con ello Sánchez se asegura su continuidad como presidente de la nación, será capaz de partir el plato las veces que sean necesarias.

En los próximos meses sabremos si España se mantiene de una pieza, o si empieza su irreversible proceso de fragmentación y desorden

Si algo diferencia a la política de la ciencia es la certeza; en política nada se puede dar por hecho. En los próximos meses sabremos si España se mantiene de una pieza, o si empieza su irreversible proceso de fragmentación y desorden; los términos amnistía y referéndum ya resuenan en los medios con inusitada naturalidad, y su materialización traería como ilación las primeras grietas del plato.