| 01 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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Alfonso Guerra y Felipe González.
Alfonso Guerra y Felipe González.

El "viejo socialismo": despreciado por el 'sanchismo' y añorado por el resto

Históricos del PSOE supieron mantener las ideas socialistas sin caer en el sectarismo excluyente y muchos de ellos, que ahora salen a criticar a Sánchez, reciben de vuelta solo que desprecio

| Fernando de Rosa Opinión

Aristóteles afirmaba que la vejez no es despreciable, siendo una época de la vida donde se proyectan virtudes como la prudencia, la sagacidad, el buen juicio y la discreción. Realmente, los actuales líderes socialistas, en especial la ministra portavoz del Gobierno en funciones, Isabel Rodríguez, deberían leer más a los filósofos clásicos y no referirse con desdén a las “viejas generaciones socialistas”. Y es que muchos de ellos han contribuido a la democracia y a redactar una Constitución “para todos” y no para desunir a los españoles, haciendo que tengamos el periodo democrático más dilatado de nuestra historia.

Felipe González, Alfonso Guerra, Rubalcaba, Nicolás Redondo, Leguina, entre otros muchos, supieron mantener las ideas socialistas sin caer en el sectarismo excluyente. Es cierto que existía debate y muchas veces enfrentamiento, en su momento con UCD, y con posterioridad, con el Partido Popular, pero hubo siempre un consenso básico que era proteger la transición como el legado que dejaban como herencia a las posteriores generaciones. Incluso Felipe González en 1996 supo dar paso a un gobierno de Aznar, pudiendo pactar con PNV y CiU, respetando al ganador de las elecciones.

Los expresidentes del Gobierno Felipe González y José María Aznar 

Hoy en día la “verborreica” portavoz del Gobierno en funciones afirma que respetar las reglas del juego son cosas del pasado y que en la actualidad hay otra generación que dirige el socialismo. Con dicha afirmación ha hecho una censura integral al pasado del PSOE, a ese partido que fue capaz de renunciar al marxismo y apoyar la integración de España en la OTAN y en la Europa democrática sin reserva alguna, logrando frenar a los que propugnaban la ruptura del consenso democrático.

La generación actual socialista, según la definición de la portavoz, no sé que logros puede presentar frente a la hoja de servicios de la vieja generación socialista. Desde Zapatero y sobre todo con el actual Sánchez, se ha demonizado hasta el odio a los que no comulgan con la “nueva política". Se han blanqueado las ideas que fueron derrotadas en el referéndum de reforma política de 1976 y de aprobación de la Constitución de 1978.

Se ha abierto el gobierno a los comunistas de la “ruptura”. Se ha dado alas a los que apoyaron con bombas la independencia en el País Vasco y Cataluña, ya que no hay que olvidar que en Bildu y ERC militan aquellos que fueron condenados por colaborar o formar parte de ETA o de Terra Lliure, organizaciones con historial de cientos de asesinatos, muchos de ellos pertenecientes al núcleo de la vieja generación hoy demonizada por la portavoz del Gobierno en funciones.

Las ideas del  "viejo socialismo" son cada vez más actuales, porque hablan de igualdad de los españoles, de su libertad, del Estado de Derecho, de la división de poderes y la independencia de la Justicia. También rechazan volver a la "vieja España" de la plurinacionalidad existente con anterioridad a la etapa liberal iniciada con la constitución de 1812.

El "viejo socialismo" y el centroderecha español lograron grandes pactos que modernizaron y dieron estabilidad a España: los Pactos de la Moncloa, contra el terrorismo, de desarrollo autonómico, de violencia de género, de las pensiones, de la sucesión en la Corona, entre otros. El “joven socialismo” es el autor de la política del “no es no”, y de la teoría del “salchichón” verbalizada por Alfonso Guerra en su última entrevista radiofónica: ir troceando la Transición en rodajas al gusto de los que quieren destruirla.

Así es el pacto de acercamiento de presos condenados por terrorismo, la reforma de la sedición y malversación, la creación de una mesa de negociación fuera del Parlamento, de los indultos y ahora de la amnistía. Pactos que solo tienen como finalidad garantizar la estabilidad personal de Sánchez no de España, ya que se desconoce otro contenido de las negociaciones del “joven socialismo” con sus socios “Frankenstein”.

La ministra portavoz en funciones, a parte de leer a los clásicos, debería escuchar las palabras de Ramón y Cajal cuando decía que “en la vejez no nos deben preocupar las arrugas del rostro, sino las del cerebro”. Isabel Rodríguez tiene cada vez más arrugas en su cerebro.