| 03 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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Pedro Sánchez se fotografía con uno de los asistentes a un acto del PSOE.
Pedro Sánchez se fotografía con uno de los asistentes a un acto del PSOE.

Sánchez y los buscadores de rentas: amigos, maridos y esposas buscan sillones

Hay un sector de buscadores de rentas que se ha mostrado particularmente activo desde la llegada de Sánchez a Moncloa y que aprovechan el favoritismo político para lograr jugosos cargos.

| Luis Suñer / Acción Liberal Opinión

Si bien el economista Gordon Tullock nos proporcionó en 1967 una primera visión del problema, el término “búsqueda de rentas” sería acuñado por Anne Krueger en 1974, en su artículo 'La economía política de la sociedad de búsqueda de rentas'.

Se dice que las personas o entidades son buscadoras de rentas cuando intentan obtener beneficios para mismos a través de la esfera política en lugar del mercado. El término “búsqueda de rentas” describe la búsqueda de influencia sobre los gobiernos para que les otorguen privilegios especiales. Digamos que otra acepción que podría describir mejor el fenómeno al que nos referimos es el de “búsqueda de privilegios”. Se trata de buscar la protección por parte del gobierno para redistribuir riqueza para sí mismos a costa del perjuicio general a la sociedad y, en particular, al contribuyente.

La existencia de los buscadores de rentas afecta a la percepción que tiene la gente del sistema económico. Cuando la distribución de la renta es vista como el resultado de un sistema donde los agraciados son exitosos buscadores de rentas y el resto queda excluido, el mecanismo de libre mercado queda bajo sospecha. Y si el mercado es sospechoso, resulta inevitable la tentación de regularlo más y más, lo cual resulta en un incremento de la actividad económica dedicada a la búsqueda de rentas.



Hay un sector de buscadores de rentas que se ha mostrado particularmente activo desde la llegada de Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno, que denominamos coloquialmente como “enchufados” o, siendo más académicos, buscadores de empleo en el sector público utilizando su red de contactos. Encontramos cautivadores ejemplos en los tramos más elevados de renta que, no obstante, no esconden la magnitud del problema, con un récord histórico de asesores:

-Amigos y miembros del partido, sin ninguna experiencia directiva en empresas. Casos como el de Correos, con unas pérdidas en el ejercicio 2022 de 270 millones de euros, Paradores o la creación de una Secretaría General de Vivienda para dar acomodo a un amigo (más conocido por su pulsión viajera que por sus logros en materia de vivienda).

-Maridos de algunas de nuestras ministras, con nombramientos y traslados entre órganos reguladores o intentos de creación de puestos ad hoc en empresas públicas como Patrimonio Nacional.

-Esposas, donde siempre recordaremos ese nombramiento en el Instituto de Empresa, al más puro estilo de esas compañías reguladas que creaban puestos sin contenido en Washington o Bruselas, o incorporaban a sus consejos de administración a exministros del ramo.

 

¿Cómo se combate este favoritismo político?

En la mayoría de los casos, las personas que aprovechan su cercanía al poder político carecen de la preparación y experiencia adecuadas para realizar las funciones para las que han sido nombradas. La práctica del “favoritismo” a un determinado grupo de la sociedad (amigos, familiares o miembros del partido) es incompatible con las tan cacareadas políticas de distribución de la riqueza. En definitiva, generan una significativa pérdida de confianza y de participación cívica por parte del gobernado, así como un inmenso daño a la importancia del mérito como motor de la prosperidad de un país.



La búsqueda de rentas se combate con transparencia. No es éste un gobierno que se caracterice por la misma, pese a las promesas de Pedro Sánchez cuando llegó al poder. Pese a su conocida falta de coherencia entre lo que dice y lo que hace, vivimos una época de súper-transparencia gracias a las redes sociales y al incesante incremento de información, para bien o para mal. Algunos de nuestros políticos no han entendido aún esta nueva realidad. La información ya no queda estancada, sino que desborda cualquier barrera que queramos poner.

De ahí que sea ya, cada vez más difícil, ocultar la concesión de privilegios a grupos de interés.