Lactancia materna, el mejor comienzo para la madre y el bebé
La lactancia materna es el alimento idóneo para cualquier recién nacido. La Asociación Americana de Pediatría (AAP), la Asociación Española de Pediatría (AEPed), el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos (ACOG), la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia y un largo etcétera de asociaciones nacionales e internacionales, recomiendan la lactancia materna exclusiva durante 6 meses y complementada con otros alimentos al menos hasta el año. En el caso de la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta última recomendación se extiende a dos años. Todo ello basado en los beneficios a corto y largo plazo que aporta la lactancia materna tanto para el recién nacido como para la madre.
A continuación, analizamos los beneficios de la lactancia materna sobre el recién nacido y la madre.
La leche materna es buena ya que es un fluido biológico vivo, que contiene enzimas, inmunoglobulinas y factores de crecimiento, entre otros, con propiedades biológicas inigualables por cualquier leche de fórmula. Además, su contenido va variando según las necesidades del bebé, es decir, va cambiando su composición en nutrientes según va creciendo, ofertándole en cada momento lo que necesita. Esto no puede igualarse por la leche de fórmula.
Existen multitud de estudios que demuestran las propiedades beneficiosas de la lactancia materna. Fomenta el desarrollo gastrointestinal e influye en el microbiota y la flora intestinal. Además, en recién nacidos prematuros la lactancia materna ha demostrado que reduce el riesgo de enterocolitis necrotizante, aumenta la lactasa intestinal y disminuye la permeabilidad intestinal.
La leche materna también disminuye el riesgo de infecciones agudas (gastrointestinales, respiratorias, otitis, etc.) y de hospitalización durante el primer año de vida.
Existen otros beneficios para las madres durante la lactancia materna como la reducción de la pérdida hemática postparto (hemorragias) o la protección frente a futuros embarazos. Se generan contracciones uterinas que disminuyen la pérdida sanguínea y es una forma de la propia naturaleza para evitar nuevos embarazos, siguiendo el método anticonceptivo de la lactancia (método MELA) que precisa de lactancia materna a demanda y sin interferencia (ni chupetes ni biberones), así, el riesgo de embarazo es muy bajo.
La lactancia materna disminuye el riesgo de cáncer de mama, útero y ovario. Disminuye el riesgo de padecer diabetes tipo 2, porque mejora la tolerancia a la glucosa y la resistencia a la insulina. Pero también, los bebés alimentados con pecho tienen a largo plazo numerosos beneficios. Existen estudios que demuestran una asociación entre la lactancia materna y la reducción de la incidencia de determinadas enfermedades crónicas cómo diabetes tipo I y II, obesidad o enfermedad cardiovasculares además de enfermedad celiaca o enfermedad inflamatoria intestinal. Hay evidencia de que la leche materna puede estar asociada con mejoras en el neurodesarrollo infantil. Los niños amamantados tienen mejores resultados en test de inteligencia frente a los alimentados con leche de fórmula.
Asimismo, existen estudios que indican que los bebés alimentados con leche materna tienen mejor desarrollo visual y auditivo que aquellos alimentados con fórmula.
Con todos estos datos podemos concluir que la lactancia materna es el mejor alimento que le podemos dar a nuestro bebé. Sin embargo, hay ocasiones en las que no se puede o simplemente no se quiere dar lactancia materna. Por ello, se crearon las leches artificiales, para tener una opción para aquellas madres que no pueden o no quieren alimentar a sus bebés con lactancia materna. Tienen menos cualidades que la lactancia materna, pero son de excelente calidad y de total garantía para el correcto desarrollo del bebé.