Entendiendo una gran desconocida: la cirugía plástica
La cirugía plástica, estética y reparadora, llamada así en su denominación oficial, es una rama quirúrgica de la medicina encargada de la reparación o reposición en su forma y función de todo aquella estructura corporal, interna o externa, afectada por procesos congénitos, tumorales, traumatismos o simplemente involutivos.
Al referirnos a forma y función, debemos entender que son conceptos indivisibles. No debería existir forma sin función, ya que de poco nos sirve una mano muy bonita en apariencia pero que apenas se puede utilizar de poco más que de sujetapapeles. De igual forma no debe entenderse una función sin su mejor forma posible, porque una mano aparentemente funcional, muchas veces pasa los días escondida dentro de un bolsillo de un pantalón, por su mala apariencia estética. Un ejemplo claro es el de un paciente gran quemado, que tiene respetados de quemaduras sus brazos, sus manos y su cara, y presenta “solo” graves cicatrices en zonas ocultas bajo la ropa. Este paciente puede hacer una vida socialmente activa sin sufrir miradas indiscretas. Sin embargo, un paciente con quemaduras únicamente en un uno por ciento de su superficie corporal total, es un gran quemado con gran afectación en las relaciones sociales, si las graves quemaduras afectan su cara o sus manos. No debemos separar los conceptos de forma y función. Cirugía estética y cirugía reparadora.
Y cuando en esa definición de la especialidad hablamos de estructuras internas, no me refiero a la reparación de la función metabólica u orgánica de un órgano sólido. Es decir, no se ocupa de reparar un hígado tras un hepatocarcinoma, un pulmón tras una atelectasia o un riñón afectado por múltiples cálculos, pero sí se dedica a la reconstrucción de estructuras internas en el organismo como una faringe, una tráquea o un conducto vaginal.
Para todo ello, los especialistas en cirugía plástica empleamos diferentes herramientas, que resumo principalmente en dos bloques: por un lado las prótesis (todo el arsenal de material biocompatible que implantamos en el cuerpo cuando realizamos cirugías por ejemplo de aumento mamario mediante prótesis mamaria, reimplantes de extremidades con tornillos y placas o reconstrucción de tumores craneofaciales con mallas) y por otro la movilización de tejidos del cuerpo, en forma de injertos o de colgajos, palabra ésta que nos debimos haber trabajado más, para posicionarnos mejor frente al elegante flap inglés. Cuando desplazamos un tejido del cuerpo a otra localización, y lo hacemos sin incorporar vascularización en ese tejido, con la intención de que sobreviva al ser revacularizado por la formación de vasos sanguíneos una vez implantado en esa zona receptora, lo denominamos injerto. Es decir, un injerto se nutre del lecho donde lo ponemos. Por el contrario, cuando desplazamos tejido que incorpora vascularización de forma intrínseca y no necesita tanto para su supervivencia las condiciones vasculares de esa zona receptora, los denominamos colgajo; es decir, podríamos decir que un colgajo nutre al área receptora. Con la popularización de la cirugía plástica y el avance en el diseño de esas herramientas, surgen alternativas artificiales de mayor compatibilidad con el organismo, y complejos colgajos que permiten ser tomados de una zona del cuerpo si añadir morbilidad relevante en la zona donante, más allá de una cicatriz residual, gracias a basarlos en pequeños vasos sanguíneos que atraviesan estructuras y podemos tomar sin lesionar nervios, músculos, tendones o huesos.
Todo ello posibilita un futuro apasionante en las aplicaciones médicas de una especialidad relacionada de forma transversal con muchas otras, que trata lesiones en múltiples localizaciones de la anatomía, lo cual ha permitido el desarrollo de diversas disciplinas conocidas por la unión de diferentes términos con el denominador común del nombre (o nombres) de la especialidad: cirugía oncoplástica, oculoplástica o ginecoestética, son técnicas quirúrgicas que no tienen por qué definir al profesional. Es decir, un cirujano que haga técnicas oncoplásticas, oculoplásticas o ginecoestéticas, no tiene porqué ser un cirujano plástico, es más, posiblemente sea un cirujano general, un oftalmólogo o un ginecólogo que realiza técnicas quirúrgicas fundamentadas en las bases de la cirugía plástica. Cabe destacar que es esta especialidad la única oficial que existe en España que incorpora la palabra “estética” en su denominación oficial.
A nadie se escapa que se trata de una especialidad con muchas connotaciones diferenciales, como cualquier otra, y alguna otra particular que le hace parecer algo que en realidad no es, o atraiga la atención de muchos que no lo son.