Walter Riso, psicólogo, advierte sobre el patrón invisible que lo llevó a cometer el 90 % de sus errores sin darse cuenta
El psicólogo Walter Riso ofrece una valiosa lección sobre la importancia de detenerse a tiempo y permitir que ciertas situaciones sigan su curso natural sin forzarlas.

Walter Riso reflexiona sobre los errores más comunes de la vida y la importancia de aprender a esperar antes de actuar.
Cometer errores es una experiencia universal. Todos, en algún momento, nos hemos enfrentado a las consecuencias de una decisión precipitada, una palabra dicha sin pensar o una acción movida por la ansiedad del momento. No siempre sabemos esperar, ni tolerar la incertidumbre, y en esa búsqueda de equilibrio aparece la dificultad de vivir plenamente el presente, con sus luces y sombras. Porque aunque detenerse y conectar con el ahora tiene sus beneficios, también nos enfrenta a la incomodidad de aceptar que no todo puede resolverse de inmediato.
Sobre esta premisa, el psicólogo Walter Riso, con décadas de experiencia en la psicología cognitiva y la educación emocional, ofrece una reflexión honesta y personal. Con un estilo cercano y directo, reconoce públicamente que ha cometido muchos errores a lo largo de su vida. No busca justificarse, sino más bien comprender el patrón detrás de esas equivocaciones. Según sus propias palabras, en el 90 % de los casos, el error pudo haberse evitado con algo tan sencillo —y tan difícil a la vez— como esperar cinco minutos más.
Walter Riso y el arte de esperar antes de actuar
Riso no habla de resignarse ni de quedarse quieto cuando la acción es necesaria. Lo que defiende es una pausa consciente, un espacio mínimo de tiempo que nos permita frenar el impulso de intervenir cuando la situación aún no está madura. Para él, muchos problemas tienen su propia solución si les damos el tiempo necesario para evolucionar.
El psicólogo describe esta actitud como una forma de inteligencia emocional, que no consiste en controlar las emociones, sino en gestionarlas con sabiduría. A veces, nuestra necesidad de control nos empuja a querer resolver todo ya, sin darnos cuenta de que esa urgencia nos hace parte del problema y no de la solución.
Lo que propone Riso es una espera activa, no pasiva. Esperar no significa mirar desde la barrera sin implicarse, sino sostener la tensión del momento con serenidad, permitiendo que la situación encuentre su cauce natural. Es, en definitiva, aprender a no interferir cuando no toca, algo que puede resultar profundamente difícil en una sociedad que premia la inmediatez y penaliza la pausa.
La impaciencia como enemigo silencioso
Uno de los conceptos más interesantes que Riso plantea es el de la "baja tolerancia a la incontrolabilidad". Muchas veces confundimos control con eficacia, y nos frustramos cuando la vida nos recuerda que no todo está en nuestras manos. Esa intolerancia a la incertidumbre genera impaciencia, y con ella, errores evitables.
Walter Riso no niega el valor de actuar cuando los principios están en juego o cuando una situación lo exige con claridad. Pero en la mayoría de los casos cotidianos, señala que el problema surge cuando queremos acelerar procesos que requieren su propio tiempo para madurar. Como decía su abuelo, "hay causas que se defienden solas", una frase que resume el corazón de esta filosofía.
Una lección para la vida cotidiana
Más allá del ámbito terapéutico, la propuesta de Walter Riso es una invitación a vivir con mayor calma y perspectiva. Nos recuerda que el tiempo no siempre es el enemigo que debemos vencer; muchas veces es el aliado silencioso que nos ayuda a ver las cosas con mayor claridad.
La próxima vez que sientas la urgencia de resolver algo ya, quizá puedas recordar estas palabras. Tal vez no haga falta una gran meditación ni una decisión trascendental. Quizá solo sea cuestión de esperar cinco minutos más, respirar hondo y permitir que las cosas encuentren su equilibrio.
En un mundo que corre sin freno, detenerse a esperar puede ser el gesto más revolucionario de todos.