| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El presidente de Vox, Santiago Abascal, valora los resultados obtenidos por su formación en los comicios para Castilla y León durante la noche electoral del 13F
El presidente de Vox, Santiago Abascal, valora los resultados obtenidos por su formación en los comicios para Castilla y León durante la noche electoral del 13F

A Vox en grito

El indiscutible éxito de Vox no opaca a mi juicio la victoria de la derecha liderada por el PP, ni creo que sus líderes lo pretendan. Me preocupa más el síndrome del vencedor pírrico.

| José María Lozano Edición Valencia

Tal vez no acerté de pleno en mis previsiones de ayer sobre las elecciones en Castilla León, al perder de vista la falta de coincidencia con las municipales y, en consecuencia, la menor participación rural. Así y todo, y no es por empecinarme, mis raíces castellanas y mi percepción mediterránea de las cosas me mantienen bastante bien anclado en la realidad.

No engañaron a la postre a mis paisanos los discursos de sacamuelas, ni les entretiene el espectáculo gratuito del circo y las subvenciones. No les va el discurso del miedo, acaso les invita a un romántico neocantonalismo que ponga el nombre de la patria chica en un escaño de procurador autonómico. Y así ha sido.

Claro que al PP le hubiera encantado un mejor resultado, aunque -como dijo Borrell sobre Ucrania- preparados para lo peor. Que no es lo que ha sido.

En estos tiempos de sopa de siglas partidistas, de escasas mayorías absolutas, de coaliciones de gobierno y pactos de investidura, la victoria de la derecha en estos comicios es clara y más que suficiente. Incluso didáctica.

La anunció  un portavoz del PSOE regional aun cuando su partido mejoraba hasta en cinco escaños, al advertir de la llegada de Vox al Gobierno autonómico en un  agónico reconocimiento del fracaso.

Que Vox, con el porcentaje de apoyo recibido, no tiene más remedio que mojarse no necesita argumentación, sin necesidad de la euforia de Abascal oliendo una Vicepresidencia que ya meditarán si les interesa y, en su caso, cómo ejercerla. (En esta Comunidad sabemos lo cansina que resulta una Vicepresidencia entregada a competir con el Presidente no sin cierta deslealtad institucional. Moncloa es modelo o paradigma)

Y hará mal el PP si no hace valer con firmeza un resultado que duplica de sobra el de su previsible socio, con la cintura suficiente para saber hasta dónde corresponde ceder a cada uno en una negociación que los medios anuncian complicada.

No lo veo yo así. Tal vez acostumbrado a la negociación ilustrada y razonable, en  lo académico, en lo profesional y hasta en lo más mundano, -a la práctica civil-, creo posible una negociación inteligente que represente sus coincidencias y salvaguarde legítimas diferencias desde una mutua lealtad. No es tan difícil en la vida real.

Creo haber leído ya algún sesudo cálculo de los escaños obtenidos con la suma de votos si hubieran presentado unas siglas comunes. Error!, como espeta en ocasiones alguna de las muchas máquinas con las que mantengo relación. Cada uno en su casa y Dios en la de todos. Que también es un dicho muy castellano.

El indiscutible éxito de Vox no opaca a mi juicio la victoria de la derecha liderada por el PP, ni creo que sus líderes lo pretendan. Me preocupa más el síndrome del vencedor pírrico. O la confusión entre enemigo y adversario, que no cabe en este caso, obviando la opción de aliados distintos, independientes y leales. Leales.

En lamentable posición queda el líder de Ciudadanos ocupando el escaño en solitario que le corresponde en su fracaso electoral. Él mismo se ha marcado su salida. Tampoco va a ser decisivo en más vuelco que en el de seguir en la representación por los pelos (no  va con segundas) el escaño que conserva Unidas Podemos.

Y por mucho que quieran e intenten disimularlo, los socialistas con su descenso de siete asientos y la imposibilidad aritmética electoral de formar cualquier “polipartito” disparatado, son los grandes perdedores. Y han puesto las barbas de sus hermanos andaluces a remojar.

A Vox en grito, el electorado de derecha va mostrando la puerta de salida a Sánchez, y manda a Casado un mensaje bien clarito que su equipo y sus barones autonómicos deben saber escuchar y entender.Y, en su caso, reaccionar.