| 24 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Sencillos gestos que salvan vidas.
Sencillos gestos que salvan vidas.

Sencillos gestos que salvan vidas

El verano está a la vuelta de la esquina y las temperaturas comienzan a subir. A poco que observemos, encontraremos cerca de las fuentes pájaros merodeando para saciar su sed.

| Raquel Aguilar Edición Valencia

El verano está a la vuelta de la esquina y las temperaturas comienzan a subir. A poco que observemos, encontraremos cerca de las fuentes pájaros merodeando, esperando una oportunidad para poder saciar la sed. Y no es de extrañar.

En la ciudad no es fácil encontrar agua y menos todavía, limpia y fresca, para que los animales puedan beber. Por este motivo, no es extraño encontrar durante la época estival pájaros desfallecidos por golpes de calor, que a poco que les proporcionemos agua y un lugar tranquilo a la sombra, son capaces de reanimarse.

Este verano se prevé será especialmente cálido y seco, así que, nada cuesta, poner un pequeño recipiente con agua en el balcón y cada vez que pasemos por una fuente, pulsar y dejar correr un poco el agua, procurando crear pequeños charcos en el pavimento para ayudar a aquellos con quienes compartimos la ciudad y evitar que colapsen por el calor y la sed, ya que, por si no fuese suficientemente difícil para ellos encontrar agua, muchas de las fuentes ornamentales que les sirven de bebedero y para darse baños, con una total falta de solidaridad, son canceladas durante el verano.

A esto, hay que sumar la anulación del riego de muchas zonas ajardinadas públicas, olvidando que estos espacios son esenciales para la vida de numerosas especies de animales y que la vegetación es fundamental para mejorar las condiciones ambientales de nuestras zonas urbanas (como sumideros de dióxido de carbono y otros contaminantes, generando microclimas con temperaturas más reducidas, proporcionando sombras,…) haciéndolas más saludables y habitables para todos, también para las personas.

Esto no es cuestión de derrochar agua (me adelanto a la crítica). Es cuestión de ayudar a quien lo necesita. Y por supuesto, de poner el foco donde realmente reside el problema.

Derrochar agua es comprar agua embotellada (se requieren 1,39 litros por cada litro de agua, según la Asociación Mundial de Agua Embotellada, más los aproximadamente 4 litros de agua necesarios para fabricar su envase), cambiar el agua todos los días a las piscinas hinchables (alrededor de 300 litros caben en una de 1 metro de diámetro y 40 cm de altura) o consumir carne (son necesarios unos 3.000 litros de agua para obtener un filete de vaca de 200 g, según datos de Water Footprint Network).

Como también es despilfarro de un bien tan esencial los más de 1.000 hectómetros cúbicos de agua (el equivalente a unas 31 piscinas olímpicas) que “desaparecieron” de las redes de suministro españolas en 2020, según la última “Estadística sobre el Suministro y Saneamiento del Agua” del INE (alrededor del 60% de esas pérdidas debidas a fugas, roturas y averías en la red de suministro. El resto, a fallos en mediciones, fraudes y consumos no autorizados).

Sin embargo, como según la máxima de la publicidad “lo que no se ve, no existe”, seguimos obviando lo importante y centrándonos en lo aparente, con la tranquilidad que esto proporciona a quienes deben gestionar las administraciones públicas.

Así que, en estos días de calor, no dejes que lo superficial te confunda y actúa con empatía.

Piensa en quienes no pueden abrir el grifo y hazlo tú por ellos.

Un sencillo gesto que salva vidas.