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65 años de la devastadora riada: ¿Podría volver a pasar?

La catástrofe que se cobró más de 80 vidas y sepultó Valencia bajo el barrio cambió la estructura urbana de la ciudad para protegerla.

| Sonia García Edición Valencia

Tal día como hoy en 1957 la devastadora riada engulló Valencia. Perdieron la vida más de 81 personas, aunque se desconoce con exactitud la cifra. Aquel otoño marcó la memoria colectiva de Valencia; quien no perdió a un ser querido, lo perdió todo. Cada uno de los ríos, ramblas y barrancos entre el Magro y Palancia, incluido el Turia, se desbordaron el 14 de octubre de 1957 causando una auténtica catástrofe con destrozos millonarios . El río Túria no contaba con demasiado caudal, pero era una amenaza durmiente. La altura del agua llegó a superar los 5 metros en algunos barrios. Una lengua de agua embravecida que asoló Valencia sepultándola bajo el barrio y que todavía hoy está presente en algunas calles de Valencia. 

Se denomina la riada, pero en realidad fueron dos avenidas. La primera se produjo por las lluvias el domingo día 13 en el cauce alto y medio del Turia. Ese día no llovió en la ciudad. Tampoco se apreciaba un aumento en el caudal del río en la ciudad de Valencia. Pese a las tareas de prevención que se organizaron, la magnitud de la catástrofe se desencadenó de forma rápida e imprevisible. La segunda avenida se produjo a mediodía del 14 de octubre, cuando llovía con intensidad torrencial sobre Valencia. Al medio día, se registraron casi 100 l/m2 en tan solo una hora.  En zonas de sierra del norte de València y sur de Castellón se superaron los 400 l/m2, afectando especialmente en abeceras de ramblas Castellarda, Escarihuela y Barranc del Carraixet. 

Las primeras noticias de que el Turia venía crecido comenzaron a recibirse por teléfono desde los puestos de la Guardia Civil a través de los alcaldes. El entonces edil de Pedralba, Ernesto Pérez Serigó, poco después de las nueve de la noche avisaba al Gobernador Civil de que el Turia había experimentado una crecida alarmante. Faltaban 3 horas para que la riada llegase a València.

La Agencia Estatal de Meteorología aclara que la riada no podía preverse ya que en 1957 no había ni radares, ni redes de detección de rayos, ni satélites meteorológicos,  ni estaciones meteorológicas automáticas, únicamente existían pluviómetros manuales.  Tan sólo 10 días antes, el 4 de octubre de 1957, el hombre lanzó el primer satélite artificial (no meteorológico) al espacio, el Sputnik 1. En cambio, ahora, el avance de la tecnología sí que se puede analizar la predicción con mayor rigurosidad. 

De hecho, gracias al avance en materia de la analítica, la Aemet ha podido reconstruir la situación meteorológica de hace 65 años. Una depresión aislada en niveles altos centrada en el Golfo de Cádiz con temperatura de -17ºC en 500 hPa. Además, coincide con un chorro en capas bajas, es decir, una inyección de masa de aire saturado en la mitad norte de la Comunidad Valenciana. Entre estos dos centros de acción se canalizaba un intenso flujo de aire muy húmedo mediterráneo que desencadenó las feroces lluvias.

Por otro lado, un equipo de investigadores del Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente de la Universidad Politécnica de Valencia (IIAMA-UPV) descarta la posibilidad de que se repita un desastre similar.

El estudio realizado por  Cristina Puertes y  Félix Francés se destaca la importancia de la estructura espacio-temporal de la precipitación de los días 13 y 14, así como el desplazamiento noreste del epicentro de la tormenta, que provocó que las aportaciones de los afluentes al cauce principal fuesen acumulándose. "Todo ello provocó que el cauce se desbordara a su llegada a la ciudad, al no poder desaguar tal cantidad de agua", indica la investigadora. 

Por suerte, la investigación asegura que, en la actualidad, no es factible la repetición de un suceso similar gracias a las medidas adoptadas. Concretamente, el nuevo cauce y el embalse de Loriguilla evitarían situaciones similares. De haber contado con estas infraestructuras, la riada en Valencia  podría haber sido evitada. Según Puertes, estas permitirían que la mayor parte del volumen transportado por la primera onda "se almacenase en el embalse de Loriguilla", mientras que la segunda onda de crecida llegaría al "nuevo cauce del Turia, que dispone de una capacidad de evacuación de 5000 m3/s".

Existen más de 50 crecidas del Turia documentadas en los últimos ocho siglos, pero fue la de 1957 la que definitivamente cambiará la estructura urbana de la ciudad de València para protegerla de estos desastres naturales. Aun así, no es de extrañar que el calado que ha tenido esta catástrofe cree desconfianza hacia las actuales propuestas para darle una nueva vida al viejo cauce.