| 28 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Añoso IVAM

Este añoso Instituto Valenciano de Arte Moderno merece la relevancia que acredita desde sus comienzos.

| José María Lozano Edición Valencia

Aunque el horno nacional no está para muchos bollos, más bien para “hornazos” o para “bollos preñaos”, me dispongo a cumplir con mi propósito de escribir en relación con el IVAM, aun sin coincidir literalmente con la “irrelevancia” que le presupone nuestro universal Manolo Valdés (Magnífica exposición en la madrileña OPERA GALLERY, en la que junto a sus últimas creaciones se encuentra la estupenda librería que disfrutamos en el Instituto valenciano). Tampoco estuve de acuerdo con quienes alardearon hace años de dejar de ser “amigos” del museo, incluso proclamándolo en su explanada de acceso. El IVAM es el IVAM y como tal conviene mantenerlo en la estima y orgullo de los valencianos. Más todavía entre los amantes de la cultura y el arte moderno en particular.

Apenas hace tres semanas que, y poco antes de su dimisión como directora, Nuria Enguita iniciaba con una conferencia en el Museo de BBAA el 35 aniversario de la institución (raro número que en la lista apócrifa de nombretes es conocido como “el infierno”). Optó por un recordatorio de los orígenes, citó a Andreu Alfaro, a Tomás Llorens, a Cipriano Císcar y a Carmen Albors. Y pasó a presentar su propio proyecto, en lo museístico  y en lo museológico. Un reto no exento de valor ni de riesgo, en el que destacó su propuesta innovadora en la lectura de Julio González y su apuesta por la ampliación del museo.

Entiendo que no se sintiera cómoda repasando la trayectoria de sus antecesores en la dirección, como sin embargo parecía anunciar el título de su conferencia. Pero es injusto no hacerlo.

No me ocuparé de todos ellos, pues excedería la extensión de esta columna. Formé parte del Consejo Rector de buena parte de la etapa de Consuelo Císcar, y me honré con la compañía de Paco Calvo Serraller, Tomás Llorens, Felipe Garín, Ricardo Bellveser y Ángel Kalenberg. El detalle del número y la calidad de exposiciones realizadas por el IVAM en el extranjero durante su mandato también resultaría en exceso. La importancia de las muestras celebradas en Valencia, su repercusión internacional, las compras y donaciones relacionadas, las publicaciones, catálogos y memorias con textos de críticos acreditados, nacionales y extranjeros, la presencia en ARCO, la participación en Basel, Miami o Buenos Aires, fueron entonces la imagen permanente del Museo.

Tal vez resulta incómodo recordar la importancia de la colección de Gerardo Rueda, cuya autenticidad ha tenido que ser legitimada en vía judicial firme, pese a que las pericias acusatorias, amparadas por códigos de buenas prácticas y conjeturas no menos buenas, sostuvieran lo contrario. Es de necios ignorar el valor artístico y patrimonial de la obra del Maestro del abstraccionismo español de la segunda mitad del XX. E impropio, ningunearlo.

En el XXV Aniversario, como en la inauguración, estuvo la Reina Sofía. Los entonces príncipes de Asturias, visitaban anualmente -saltando el protocolo- el stand del IVAM en ARCO, obligado punto de encuentro de especialistas. Los ciclos de conferencias, los catálogos online, las visitas escolares, los talleres penitenciarios, eventos y actividades complementarias, incluidas las cenas periódicas de Amigos del IVAM y las visitas institucionales de patronatos, asociaciones, políticos, artistas y coleccionistas, o la difusión mediática y la convocatoria de las inauguraciones, fueron algo más que una rutina.

Asistí a la inauguración en Fundación Massaveu en Madrid, de “Del Bosco a Sorolla. La colección del Museo de Bellas Artes de Valencia”. Una cuidadosa selección de la mano de su director, a la vez comisario, cronológicamente ordenada, que a más de didáctica resulta delicada e ingeniosa. Y una oportuna presencia de la Comunitat Valenciana en la capital de España.

A un lado y otro del Jardín del Turia, un “río de cultura” -donde por cierto hay esculturas de Rueda, Nati Navalón y alguna más en un estado deplorable- ambas instituciones son responsables de su propia relevancia. Pero todos lo somos también.

Este añoso IVAM merece la relevancia que acredita desde sus comienzos. Y entiendo que todos estamos por la faena.