PORTUGAL ESCONDIDA 2
Desde Ponta Delgada, São Miguel condensa el alma de las Azores
En São Miguel, la mayor de las Azores, la naturaleza se expresa en todos los tonos del verde y el azul. Cráteres volcánicos, jardines tropicales, un océano vibrante y una gastronomía que sorprende conviven en equilibrio perfecto. Ponta Delgada, su capital, es el punto de partida ideal para descubrir, día tras día, un rincón distinto de la isla.

Entre el azul y el verde, Sete Cidades guarda el secreto más bello de São Miguel.
Las Azores son un archipiélago de nueve islas portuguesas que emergen en medio del Atlántico como un oasis verde entre Europa y América. Con 746 km², São Miguel es la mayor y más habitada, además de la más dinámica.
Su tamaño —similar al de La Palma o Menorca— la convierte en una isla sorprendentemente manejable, perfecta para disfrutarla sin prisas en pocos días. Pero su verdadera singularidad está en que condensa, en una sola isla, muchos de los paisajes, aromas y tradiciones que hacen únicas al resto de las Azores. Cada jornada revela una faceta diferente de este pequeño archipiélago en miniatura, todo ello a un paso de su capital, Ponta Delgada. Estos son algunos de los escenarios más singulares que ofrece São Miguel:

Reflejos, caminos y silencios: donde la naturaleza invita a pedalear despacio.
Lagos y escenarios de postal
El paisaje, de un verdor casi selvático y tapizado de hortensias, se recorre a pie, en kayak o en bicicleta eléctrica, con paradas imprescindibles en miradores como el Vista do Rei, quizá el más célebre de la isla.
Muy cerca, la Iglesia de San Nicolás se alcanza por un sendero entre pinos y cedros centenarios; su fachada blanca destaca sobre la piedra volcánica, creando una estampa casi mágica.
Todo este entorno forma parte del Complejo Volcánico de los Picos, una cadena basáltica que se extiende del volcán do Fogo a Sete Cidades, con más de doscientos conos menores y curiosas formaciones como el Rosto do Cão.
Para completar la ruta, el Miradouro de Santa Iria regala una panorámica de la costa norte y permite apreciar cómo el paisaje cambia del verde profundo del interior al azul intenso del Atlántico.

Delfines y ballenas dibujan la respiración del Atlántico.
El océano vivo
Frente a la costa sur, el Ilhéu de Vila Franca do Campo invita a nadar en su laguna interior, formada en el cráter de un antiguo volcán, cuyas aguas tranquilas contrastan con el Atlántico que la rodea. Más al oeste, la Piscina de Caloura ofrece otro escenario inolvidable: una poza natural tallada entre rocas volcánicas donde el mar entra y sale suavemente, creando un baño sereno con sabor a sal y lava.
Este contacto directo con el océano recuerda que, en São Miguel, todo —la historia, la comida, la identidad— nace del mar.

El fuego bajo la tierra conversa con el agua y las flores.
Paisajes volcánicos intercalados con exuberantes jardines
En medio del paisaje volcánico de Furnas, el Jardín Botánico Terra Nostra —creado en el siglo XVIII— sorprende con una vegetación exuberante que parece de otro mundo. Helechos gigantes, camelias y plantas tropicales crecen junto a un gran estanque termal, donde es posible darse un baño en aguas ricas en minerales. En esta zona, el visitante puede sumergirse en una laguna termal alimentada por manantiales volcánicos, cuyas aguas alcanzan entre 38 y 40 °C y ofrecen un baño relajante con beneficios terapéuticos.

Azulejos, sombras y luz: la poesía de una ciudad que late con historia.
Ponta Delgada, alma urbana
Entre sus templos más destacados están la Iglesia de San Sebastián, el Santuario del Señor Santo Cristo de los Milagros y la Iglesia de San José, que reflejan el fervor religioso y el legado artístico de la isla.
El Mercado da Graça es un lugar imprescindible para sentir su pulso local: entre puestos de frutas tropicales, quesos, flores y el célebre ananás de Azores, se descubre la esencia cotidiana de la isla. El puerto y su animada marina, las Portas da Cidade o el Museo Carlos Machado completan un recorrido urbano donde tradición y modernidad se entrelazan con naturalidad.

Piñas, té y dulces artesanos conforman el alma más auténtica de São Miguel.
Sabores atlánticos
A pocos kilómetros, en Vila Franca do Campo, esperan las célebres queijadas, pequeños pasteles de requesón y azúcar que resumen la tradición repostera de las Azores.
La oferta se completa con los tés de Gorreana y Porto Formoso —únicos en Europa—, cultivados en bancales que descienden suavemente hacia el mar. Ambas plantaciones pueden visitarse para recorrer los cultivos en terrazas —casi como si uno hubiera viajado a Asia— y descubrir un proceso artesanal que se mantiene intacto desde el siglo XIX.
Para disfrutar de la cocina local, hay direcciones imprescindibles: Casa de Chá “O Poejo”, en Sete Cidades, con vistas a la laguna; el TukáTulá Beach Bar, en Ribeira Grande, ideal para ver el atardecer; el Restaurante Banhos Férreos, en Furnas, donde se cocina con productos volcánicos; y S. Jorge O Restaurante, en Ponta Delgada, que combina tradición y modernidad con un ambiente cosmopolita.

Entre muros con memoria, el descanso también se vuelve experiencia en el Hotel Mercure Ponta Delgada
Un refugio histórico y estratégicamente ubicado
Lo sorprendente es que, a pesar de su pasado, hoy luce como un hotel moderno y luminoso, donde el diseño contemporáneo convive con la elegancia de antaño. Su spa con piscina climatizada y otras dos exteriores de agua salada, junto a sus habitaciones amplias y tranquilas, lo convierten en un refugio ideal tras un día de excursiones.
Además, su excelente ubicación, en pleno corazón de Ponta Delgada, permite desplazarse con comodidad y comenzar cada mañana explorando un rincón distinto de la isla. Fiel al espíritu Discover Local de la cadena, el hotel invita a descubrir la esencia auténtica de São Miguel: sus sabores, su artesanía y esos secretos que solo los locales comparten. Desde su cuidada propuesta gastronómica en el restaurante BRUMA —abierto también al público y donde los productos frescos de la isla son protagonistas— hasta las experiencias que recomiendan desde recepción, todo está pensado para conectar con el alma del destino.
São Miguel concentra toda la magia de las Azores en una sola isla: naturaleza, fuego, océano y tradición. Dormir en Ponta Delgada es hacerlo en el corazón del archipiélago, donde cada amanecer revela —de nuevo— la infinita diversidad de las Azores.