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Solo queda un videoclub en Madrid y es más épico de lo que imaginas

Una cápsula del tiempo en plena ciudad: las estanterías del Videoclub Arfe aún conservan clásicos en VHS como si el streaming nunca hubiera existido

Las carátulas originales en VHS de los años 80 y 90 aún se exhiben en el Videoclub Arfe, el último superviviente del alquiler físico en Madrid.

Las carátulas originales en VHS de los años 80 y 90 aún se exhiben en el Videoclub Arfe, el último superviviente del alquiler físico en Madrid.Getty Images

Patricia de la Torre
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En pleno siglo XXI, cuando parece que todo lo que tenga que ver con alquilar una ­película en formato físico pertenece ya a otra era… resulta que en Madrid sigue abierto un lugar que desafía la lógica digital. Se trata del videoclub Arfe, ubicado en la calle Fermín Caballero 70, en el barrio del Pilar.

Así que sí: en una ciudad donde todo cambia a ritmo de algoritmo y streaming, aún queda un lugar en el que es posible alquilar películas como antaño. Y probablemente debas sentir cierta urgencia por visitarlo: es un pedazo de historia viva.

¿Por qué el videoclub Arfe sigue abierto cuando otros bajaron la persiana?

En gran medida, porque no es solo un videoclub al uso. Arfe nació en 1977 como tienda de fotografía, revelado analógico, venta de CD y DVD, y más tarde, con el boom del VHS en los 80, se introdujo el alquiler de películas.

La combinación de servicios —fotografía, revelado, recargas, copistería— hizo que el negocio tuviese una base más sólida para resistir el embate del streaming

Además, el público al que apela no es solo el de siempre: aficionados al cine difícil de encontrar en plataformas, buscadores de formatos físicos, nostálgicos y vecinos del barrio que valoran el trato personal.

Por supuesto, la realidad es dura, el resto de videoclubs ha ido desapareciendo. Si entras al Arfe estás ante una pieza última de esa cultura del alquiler de película que muchos creían extinta.

¿Qué te espera si vas a Videoclub Arfe?

Es como parar el reloj unos minutos y retroceder a aquellos viernes por la tarde de la infancia. Caminas entre estanterías, hojas por carátulas de DVD o Blu‑ray, y puede que el dependiente te recomiende una joya que no está en las plataformas.

Es un ritual que no se vive con el streaming. Porque cuando alquilabas una película, no solo escogías el título: elegías cuánto tiempo le ibas a dedicar, caminabas hasta la tienda, esperabas, devolvías con cuidado. 

¿Por qué importa que sobreviva un videoclub en pleno Madrid digital?

Porque es memoria viva. Es un testigo concreto de cómo ha cambiado el consumo de entretenimiento: de salir a alquilar una película a pedir una desde el sofá. Un cambio que muchos lamentan aunque casi no lo expresan. Y es que, los videoclubs en España pasaron de miles hace unas dos décadas a apenas unos cientos actualmente.

Preservar este tipo de comercios es también rescatar una forma de ocio diferente. Porque ver una película hoy es inmediato, pero… ¿y el acto de elegirla físicamente, de discutirla, de devolverla? Eso se ha perdido.

Si visitas Arfe, no solo estarás alquilando una película, estarás participando en una resistencia. En unas palabras, estarás recordando que el cine no solo está en un clic sino también en un espacio físico, compartido, humano.

Así que si tenías ganas de revivir un viernes de videoclub, el momento es ahora. Porque igual mañana ese último también se convierte en otro época pasada. Puede que sea tu última oportunidad en esta ciudad para vivir ese ritual. Y luego, mientras veas la película en casa, piensa en cómo la próxima generación quizá nunca tendrá esta experiencia. 

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