| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

× Portada España Investigación Opinión Medios Chismógrafo Andalucía Castilla y León Castilla-La Mancha C. Valenciana Economía Deportes Motor Sostenibilidad Estilo esTendencia Salud ESdiario TV Viajar Mundo Suscribirse
Casa rural El Molino de Yera
Casa rural El Molino de Yera

Vega de Pas: el Sangrilá de Cantabria que tienes que conocer

A menos de 50 kilómetros de Santander, este pequeño paraíso esconde todo el sabor de la Cantabria más genuina

| ESdiario Viajar

Visitar Vega de Pas, una de las tres villas pasiegas enclavadas en el corazón de la Cantabria profunda, es hacer un viaje en el tiempo. Sus prados, donde todavía se siega con dalla, la arquitectura de su plaza, típica de la zona, y sobre todo la belleza de sus cabañas pasiegas diseminadas por todo el valle, convierten este lugar, situado en la cabecera del río Pas justo en la frontera con Burgos, en uno de los más hermosos y, a la vez, más desconocidos de España.

 

 

Lejos del bullicio de otros pueblos más turísticos, Vega de Pas conserva todo el sabor de los pueblos de antaño donde todavía huele a leña, se puede comprar leche recién ordeñada y los auténticos sobaos, que son originales de esta tierra

 

En realidad, Vega de Pas está formado por 6 pequeños núcleos de población de menos de 150 habitantes: La Gurueba, Guzparras, Pandillo, Viaña, Candolías y Yera, donde podemos ver una antigua estación de ferrocarril que nunca llegó a funcionar y la boca norte del túnel de la Engaña.

 

Muy cerca de la plaza se encuentra una finca con los restos de lo que en su día fue un sanatorio quirúrgico de finales del siglo XIX, convertido después en una de las primeras escuelas laicas, que fue construido por uno de sus vecinos más ilustres, el doctor Madrazo, considerado el gran renovador de la cirugía española.

 

 

Las cabañas pasiegas, construidas con roca caliza del lugar y  cubiertas de lastras de pizarra, convierten el paisaje en un escenario de cuento. Tradicionalmente eran ganaderas y estacionales: durante el verano, los ganados eran llevados a los prados de altura, y entonces toda la familia se trasladaba a la cabaña. Al llegar el otoño, regresaban a las tierras bajas. Actualmente muchas de ellas han sido reformadas y algunas se han convertido en alojamientos rurales con mucho encanto.

 

Imprescindible durante tu visita hacer una parada tomarte un aperitivo en "La Terraza", una "sartén" o un buen cocido montañés en "La Estantería", comprar unos típicos sobaos en "El México" (atención a la salsa de las patatas que te ponen cuando pides una caña o un vermú) y visitar su coqueto Museo de las tres Villas Pasiegas. Nos agradecerás el consejo.

 

Merece quedarse a pasar por lo menos una noche en La Casa de Don Guzman, un encantador hotelito con una decoración muy cuidada, habitaciones tranquilas y espaciosas, y un trato tan familiar y acogedor que seguro que, tarde de o temprano, terminas volviendo.