| 24 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Opinión Manuel Avilés.
Opinión Manuel Avilés.

Una lección practica de criminología

He dicho en estos mismos artículos, mil o dos mil veces, que me dan grima los criminólogos de salón, señores y que pontifican sobre delitos sin haber visto ni hablado con un criminal.

| Manuel Avilés Edición Alicante

Mil veces he dicho que yo pasé por la Universidad, pero la Universidad no pasó por mí. He tenido, no obstante, grandísimos profesores que me enseñaron a querer las opiniones autorizadas, los razonamientos impecables y las conclusiones no sectarias. Nada que ver con lo que ahora impera en algunos chavales: no tengo apuntes, no tengo bibliografía, el profesor cuelga cosas en la nube…una serie de mariconadas, que me suenan absurdas. Toda la vida, los primeros días de clase en la universidad eran para hacerse con seis o siete libros fundamentales de cada asignatura. Nadie, salvo algún memo, se atrevía a decir: el que no ponga lo que digo en mis apuntes está suspenso. La universidad tiene que fomentar el espíritu crítico, la confrontación de ideas, la búsqueda de argumentos distintos…no los apuntes que dicta un – mastuerzo por lo general- que amarillean con los años y no contienen nada interesante.

Pronunciada esta Catilinaria y medio digerida la vergüenza que me produce leer en algún medio que un señor – Borbón- que ha sido Jefe del Estado puesto a dedo por el dictador, que se ha hecho multimillonario a costa del Estado, que ha vivido como Dios reservido, costeado, protegido y agasajado a costa del erario público, es decir de nuestros impuestos, ese señor, ahora huido como sus abuelos  - Carlos IV, Fernando VII, Isabel II, Alfonso XIII- diga que se va a hacer ciudadano emiratí para no pagar impuestos. ¡Qué vergüenza a la vejez!

He dicho en estos mismos artículos, mil o dos mil veces, que me dan grima los criminólogos de salón, señores y señoras que pontifican sobre delitos y delincuentes desde la moqueta, desde el sillón y el aire acondicionado sin haber visto ni hablado jamás con un criminal – sea del delito que sea- cara a cara. ¡Cuantos expertos en terrorismo, en violadores, en pederastas, en asesinos de cualquier método! Cuántos que jamás han hablado con uno ni lo han visto de cerca. Mucha investigación bibliográfica, mucho congreso con café a media mañana y copas por las noches, mucho plató televisivo con camisas de cuello duro y uñas postizas, mucha elucubración sobre el sexo de los ángeles y lo más recóndito de la motivación humana, la conducta retorcida y la desviación social pero… todo toreo de salón con un niño empujando unos cuernos sujetos a la rueda de una bicicleta y sin que el morlaco aparezca por ningún sitio.

Göppinger define la Criminología – esa ciencia tan poco valorada, casi nada- como empírica e interdisciplinar ocupada de la esfera social y humana del delincuente. Durkheim afirma que el delito, como hecho social, debe ser tratado como una cosa, de forma imparcial y desapasionada – cuando mezclamos los hechos sociales con emociones, intereses políticos del momento y pasiones de manifestantes desatadas salen leyes como al de Irene Montero que tienen que ser cambiadas a  los quince días-. La ciencia criminológica solo conoce hechos y autores. Los observa, los intenta explicar pero no los juzga porque a sus ojos solo hay hechos y, el bien y el mal, no existen.

Tras esta lección improvisada y rápida de Criminología voy a entrar en un caso, más extendido de lo que parece y que me resulta sumamente interesante. Va dedicado a mis colegas de la Unión Europea de Pensionistas por si alguno puede ser víctima.

Ayer me tropecé en la calle a un amigo que se dedica a vigilar obras pero no lo hace con Santiago y conmigo – los dos damnificados por la ineficacia de la Generalitat y miembros de la Asociación Pirata que no nos dejan registrar de contertulios literarios y comedores de arroces-. Iba el hombre mohíno y cariacontecido, como si le estuviesen haciendo daño los zapatos. Tras los saludos de rigor y mi pregunta inmediata comienza a contar su tragedia.

Tiene el hombre una pensión de mil cien euros, después de la subida, de los que hay que detraer doscientos cincuenta par a su ex señora, que lo dejó por un psicoterapeuta homeopático y naturista, charlatán y profesor de yoga en el Postiguet a tiempo parcial y en negro, que le decía cosas muy bonitas.

Las preguntas en las redes, tras el consabido  "hola mi amor", son casi las mismas que hacen las abuelas cuando vas a Benidorm a bailar pajaritos por aquí, pajaritos por allá: "¿tienes casa, es tuya propia, tienes coche, sigues conduciendo, tienes paga y de cuanto es?".

Tras superar la depresión y el desamor, mi amigo jubileta se enganchó a las redes. No sabe el peligro que esto encierra que hasta la Guardia Civil y la policía tienen grupos especializados en descubrir pufos y estafas de todo tipo usando el ordenador. Ahora, con las redes y la informática, los timos del tocomocho y del nazareno se han quedado antiguos y son otros los que funcionan.

Las preguntas en las redes, tras el consabido  "hola mi amor", "me gustas mucho", "me pareces muy guapo" y "creo que me he enamorado", son casi las mismas que hacen las abuelas cuando vas a Benidorm a bailar pajaritos por aquí, pajaritos por allá: "¿tienes casa, es tuya propia, tienes coche, sigues conduciendo, tienes paga y de cuanto es?",  Más o menos.

Las presentaciones de las prójimas suelen ir desde soy soldado americano destinada en Irak, a soy médico militar con destino en Siria, o soy estudiante de último curso de ingeniero de telecomunicaciones pero me he enamorado de ti, mi amor, nada más verte en el 'facebock'.

Cayó mi amigo en la red, necesitado de cariño y autoestima como anda el pobre lebrel, y comenzó el frenético chateo con declaraciones de amor que chorreaban miel por los cuatro costados: "mi amor me he enamorado y pienso en ti como los náufragos en las embarcaciones salvadoras"  - ¡poesía a chorros!-. "Cariño ardo en  deseos de verte, no puedo resistir más tu ausencia. Esta noche"  - mi amigo tiene uno de testosterona y está operado de la próstata- "he soñado contigo y creo que he tenido un principio de erección", ¿crees que será pecado?. No cariño no, pecado no, es un milagro. Ya verás cuando yo te coja por banda como te resulto más terapéutica que una braquiterapia indolora. Y así pasaron los tres primeros días, con declaraciones de amor calenturientas y promesas de fidelidad eterna.

El cerebro humano es muy traidor. Los patrones aprendidos y necesarios, casi inconscientes aparecen automáticamente a la primera de cambio. Cuando uno quiere creer algo – lo guapo, lo listo, lo maravilloso que eres- a la primera sugerencia mínima se crea una efervescencia imparable en la sustancia gris. Esa efervescencia nos hace estar a gusto con nosotros mismos, a conseguir  - o creer que lo conseguimos- lo que nos gusta y a evitar lo que detestamos.

Vamos a ver, abuelo, colega en la vigilancia de obras e infraestructuras varias: ¿Tú crees que un pibón de treinta y dos años, de noventa, sesenta, noventa, se va a enamorar de un vejestorio con setenta que tira a duras penas de las alpargatas? Ilusiones y jorobas no hay médico que las cure y mi amigo jubileta, pensionista, vigilante de obras y de infraestructuras públicas, gime intentando hacerlo en silencio y responde: yo me lo creí, lo decía con mucha convicción y parecía verdad cuando hablaba.  ¡Ahhhh ¡ ¿Hablaba? ¿No dijiste que os comunicabais por escrito, por ese engendro diabólico que es el guasap?

Si – responde sin perder un ápice de su compunción- pero por guasap también se habla. Querido amigo, intento bajarlo del burro, esos cuatro mil seiscientos pavos que te ha sacado, aludiendo a sus necesidades más básicas: ir al médico, arreglar un accidente con su moto, pagar dos meses de alquiler, etc… son, seguramente, un camelo. Las fotos espectaculares no son de ella, ni las sugestivas y con toques eróticos tampoco. El autor puede ser un tío con barba, con bigote, gordo, calvo y con media dentadura postiza. Las estafas de las redes son así y a ti te ha tocado una.