Su apoyo el Emérito le sale caro: durísimo varapalo de Zarzuela a la Infanta Cristina
Se esperaban cambios en Casa Real respecto a las agendas oficiales pero el castigo a la hermana mediana del Rey Felipe no se levanta. Se mantiene pese a lo que se había especulado

La Infanta Cristina lo da todo en el último partido de su hijo, Pablo Urdangarin. Europa Press Reportajes / Europa Press 26/2/2025
Hay decisiones que no se escriben en comunicados, pero se sienten como un portazo. La Infanta Cristina seguirá fuera de la agenda oficial de la Casa Real. Sin actos, sin presencia institucional, sin siquiera una línea en el protocolo. Es una ausencia medida, sostenida y, según ha podido saber ESdiario de fuentes próximas a Zarzuela, no es únicamente consecuencia del ya lejano caso Nóos. Hay algo más profundo, más reciente, más incómodo: su fidelidad al Rey Emérito.
En los pasillos de Palacio, el castigo no se grita. Se ejecuta con una discreción quirúrgica. Y aunque algunos habían interpretado el reciente divorcio de Iñaki Urdangarin como una puerta abierta a la reconciliación pública con su hermano, el Rey Felipe VI, lo cierto es que esa puerta sigue cerrada. Cerrada con llave y, de momento, sin intención de abrirla.
La Infanta Elena, en cambio, sigue en pie. Actos culturales, presencias discretas pero constantes, una figura aún visible en el tablero institucional. Contrasta. Y mucho.
Cristina, por su parte, permanece en la sombra. No solo por su pasado judicial, que aún retumba como un eco incómodo en la memoria colectiva. También por su presente. Según ha podido saber este medio, su apoyo inquebrantable a Don Juan Carlos en tiempos de tormenta no ha pasado desapercibido en Zarzuela. Menos aún su postura firme frente a las polémicas que han erosionado la figura del Emérito, como su reacción ante la demanda contra Miguel Ángel Revilla. Donde otros se desmarcan, ella se mantiene. Y eso, dentro de una institución que vive pendiente de cada gesto, tiene precio.
Una información publicada por el portal Monarquía Confidencial corrobora esta línea: desde el entorno de Palacio aseguran que el Rey Felipe mantiene una relación personal con su hermana, pero prefiere preservar esa cercanía en el ámbito estrictamente privado, lejos del foco público, y aún más lejos de cualquier interpretación política. La estabilidad institucional, dicen, está por encima de todo.
“El mensaje es claro: no volverá a tener papel institucional”, insisten desde dentro. Y no es que la Infanta lo esté reclamando. Sus allegados aseguran que atraviesa un momento de introspección, centrada en rehacer su vida con bajo perfil y sin protagonismos. “Lo único que quiere es pasar desapercibida”, deslizan las fuentes citadas también por el mencionado portal especializado en Casas Reales. Pero lo cierto es que esa ausencia forzada también es una forma de decirle al mundo que la Casa Real no olvida.
Mientras tanto, la Infanta Elena ejerce de figura puente. No molesta, no desentona. Representa, sin sobresaltos, sin pasado judicial y sin fidelidades incómodas. Su presencia es casi un recordatorio: hay quienes siguen dentro y hay quienes ya no.
La decisión, aunque no se haya anunciado formalmente, ya está tomada. Y como suele ocurrir con las decisiones que importan, no hace falta que nadie la explique en voz alta. Basta con mirar la agenda. O, mejor dicho, con leer lo que no aparece en ella.
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David Lozano