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Una tragedia golpea a Doña Letizia: la prematura muerte de su madrina

Sabemos que el drama ha marcado la vida de la Reina con importantes pérdidas para ella. Sus abuelos, su hermana… pero hay un fallecimiento de alguien muy próximo que desconocíamos

La Reina Letizia en la 15ª edición del “Atlàntida Mallorca Film Fest 2025”.

Europa Press Reportajes / Europa Press
03/8/2025

La Reina Letizia en la 15ª edición del “Atlàntida Mallorca Film Fest 2025”. Europa Press Reportajes / Europa Press 03/8/2025Europa Press

David Lozano
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Hay fechas que se clavan como dagas en el corazón de una familia, momentos que el tiempo no logra difuminar. En la Casa Real española, como en cualquier hogar, el dolor de la pérdida ha dejado huellas imborrables. La Reina Letizia, a sus 52 años, ha enfrentado despedidas que han moldeado su historia en silencio, con la discreción que su rol exige, pero con una humanidad que trasciende su corona. Entre esas heridas, la muerte de su tía y madrina de bautismo, Cristina Ortiz, y otras pérdidas cercanas, han marcado un camino de luto que la monarca ha recorrido con una entereza que no oculta su fragilidad.

Letizia, siempre hermética sobre su vida personal, ha dejado que sus apariciones en funerales hablen por ella. Cada adiós ha sido un testimonio de la unión inquebrantable con su familia, un lazo que ni el protocolo ni los focos han logrado opacar. Su historia, que comenzó a escribirse con fuerza en 2003, cuando su noviazgo con el entonces Príncipe Felipe se anunció al mundo, no solo está hecha de titulares y compromisos reales, sino también de cicatrices profundas.

Antes de ser Reina, Letizia Ortiz ya era un nombre conocido en los círculos periodísticos, pero fue su entrada en la realeza lo que destapó retazos de su entorno familiar. Sus abuelos, José Luis Ortiz y Menchu Álvarez del Valle, fueron pilares de su infancia. Tuvieron tres hijos: Jesús, padre de Letizia, Henar, que alguna vez ha roto el silencio ante los medios, y Cristina, la más esquiva, cuya muerte prematura en 2001 dejó una sombra imborrable.

Cuenta la revista Lecturas que fue Henar quien, en 2019, durante una entrevista con Vanity Fair por una exposición de pintura, dejó caer un dato que resonó como un eco: “El 15 de junio se cumplen 18 años de la muerte de mi hermana pequeña. Eso dice el calendario; en mi corazón, no manejo cómputos temporales”. Cristina, madrina de bautismo de Letizia, fue víctima de un cáncer que segó su vida demasiado pronto, un golpe que estremeció a los Ortiz y que, por la discreción de la época, apenas trascendió.

El dolor de perder a un hijo es un abismo que no se describe. José Luis y Menchu, los abuelos de Letizia, cargaron con esa cruz, pero el destino les tenía reservadas más pruebas. En 2005, José Luis Ortiz falleció a los 82 años, también vencido por un cáncer cuyo diagnóstico tardío frustró cualquier esperanza. La quimioterapia y la radioterapia solo aliviaron su sufrimiento, pero no pudieron salvarlo. Años después, en 2021, Menchu, la abuela de Letizia, se despidió del mundo, dejando un vacío en el periodismo radiofónico, donde su voz había sido un faro durante décadas.

Pero si hay una herida que aún sangra en el corazón de Letizia es la muerte de su hermana Érika, en 2007. Un suceso que dejó a la Reina desolada y a su sobrina, Carla Vigo, sumida en la orfandad. La familia Ortiz, unida en el dolor, enfrentó esos días oscuros con una fortaleza silenciosa, demostrando que, más allá de los títulos, son una familia que llora como cualquier otra.

Letizia Ortiz, la periodista convertida en Reina, ha llevado estas pérdidas con la reserva que su posición impone, pero su presencia en cada despedida habla de un amor que no necesita palabras. En su corazón, las fechas de esos adioses —Cristina, José Luis, Menchu, Érika— son faros de memoria que iluminan su camino, recordándole que, incluso en la cima de la realeza, el dolor es un lenguaje universal.

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