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La guerra en Zarzuela se recrudece con la dura reacción de Leonor y Sofía contra el Emérito

Las nietas de Don Juan Carlos rompen con él tras sus ataques a la Reina Letizia. Se alinean con sus padres y marcan distancia total en la mayor crisis familiar en la Casa Real.

La Princesa Leonor y la Infanta Sofía llegan al Teatro Campoamor el 24 de octubre.

La Princesa Leonor y la Infanta Sofía llegan al Teatro Campoamor el 24 de octubre.Europa Press

David Lozano
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Lo que hace apenas unos meses parecía un paréntesis de calma en la Casa Real se ha transformado en una tormenta total. Las recientes declaraciones de Don Juan Carlos I —tanto en sus entrevistas como en los fragmentos adelantados de su inminente libro de memorias— han desatado un terremoto interno en Zarzuela que ya nadie intenta disimular. Y, según ha podido confirmar ESdiario, la fractura ha llegado hasta donde más duele: las nietas del Rey Emérito, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía, han decidido romper toda relación con su abuelo.

Las jóvenes habrían transmitido un mensaje contundente a su entorno más próximo: no desean mantener ningún tipo de contacto con Don Juan Carlos tras sus ataques directos a la Reina Letizia, a quien consideran no solo su madre, sino el pilar más sólido de la familia en los últimos años.

Un gesto que, más allá del plano afectivo, tiene una lectura simbólica incuestionable: la nueva generación de la monarquía española toma partido y lo hace del lado de la Reina consorte frente al antiguo monarca.

En Zarzuela ya sabían que las relaciones entre abuelo y nietas eran distantes desde hace tiempo. Pero nadie esperaba que la brecha se convirtiera en ruptura.

Las palabras del Emérito —en las que, además de reivindicar su legado, desliza duras críticas hacia Letizia— han sido percibidas como una falta de respeto inaceptable dentro del núcleo familiar.

“Hasta ahora había un silencio prudente, una distancia fría. Pero esto lo cambia todo”, aseguran fuentes cercanas a Palacio.

Juan Carlos I, que en su libro Reconciliación se lamenta precisamente del escaso trato con sus nietas, ha terminado de sellar su aislamiento familiar con esas mismas declaraciones.

La reacción de Leonor y Sofía, más que un arrebato juvenil, se interpreta como un acto de lealtad y defensa del núcleo familiar directo, en especial de su madre, que ha soportado en silencio las insinuaciones mediáticas y los ataques velados del Emérito.

Felipe VI, atrapado en medio

La posición del Rey Felipe VI es tan incómoda como inevitable. Entre la lealtad institucional y el deber familiar, ha optado por preservar la estabilidad de la Corona, pero cada nuevo movimiento de su padre erosiona su autoridad simbólica y pone en riesgo el relato de renovación que ha intentado consolidar durante una década.

“Felipe ya no intenta disimular el hartazgo. Lo considera un despropósito”, explican fuentes cercanas a la Casa del Rey.

En este contexto, la decisión de Zarzuela de vetar la presencia del Emérito en los actos del 50º aniversario de la monarquía parlamentaria marca un punto de no retorno: la separación entre los dos Reyes es ya total, tanto institucional como emocionalmente.

Doña Letizia, hasta ahora prudente y hermética ante los ataques, emerge reforzada. La lealtad de sus hijas —y especialmente de Leonor, ya en pleno proceso de preparación para asumir su papel institucional— es un aval moral dentro y fuera de Palacio.

El gesto de las nietas —dar la espalda al abuelo que no supo guardar silencio— no es un episodio doméstico: es una declaración de intenciones generacional. Simboliza el fin de una era y el comienzo de otra, en la que la monarquía del siglo XXI se define por disciplina y ejemplaridad.

Juan Carlos sigue anclado en la lógica del mérito histórico, convencido de que su papel en la Transición justifica cualquier exceso posterior. Felipe VI, en cambio, ha entendido que en el siglo XXI el prestigio se mide por la transparencia, no por la nostalgia.

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