| 27 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Alejandra de Rojas.
Alejandra de Rojas.

El gran amor del conde de Montarco, su hija Alejandra

La relación entre el conde de Montarco y su “hija reconocida” Alejandra de Rojas fue de una amor absoluto. Veneración en sentido bidireccional. Fue su ojo derecho.

| Jesús Manuel Ruiz Chismógrafo

Alejandra de Rojas es noticia esta semana por la atribución de la partenidad de Juan Carlos, rey Emérito. Alejandra de Rojas es la sexta hija “reconocida” del aristócrata Eduardo de Rojas y Ordóñez, fallecido en 2005 a los 96 años. Su carácter luchador, afable y amante de la política, la prensa y la ganadería aún permanece intacto en la gente que lo conoció y lo trató. Su pasión por la ganadería lo ha heredado su hija Ana, fruto del amor con su primera mujer. Ana actualmente tiene 80 años. El conde de Montarco tuvo dos hijos más con Charo Palacios, Alejandra y Julio.

La relación entre el conde de Montarco y su “hija reconocida” Alejandra de Rojas fue de una amor absoluto. Veneración en sentido bidireccional. Fue su ojo derecho. Más allá de lo que pudieran conocer de primera mano el padre, la hija y la madre Charo Montarco. Al fallecer Eduardo, se solicita en el Registro de Últimas Voluntades la decisión testamentaria del causante.

La beneficiada

Alejandra Rojas queda muy beneficiada en relación al resto de sus seis hermanos. Así testó el hombre que hoy se disputa “desde el más allá” la paternidad genética de Alejandra de Rojas. Su contrincante el rey Juan Carlos. El rey emérito ya ha comunicado que es una información falsa. Quizás ni uno ni otro. La realidad pude deambular por tierras portuguesas y de nombre Rui como ha confesado la hermanastra de Alejandra, Ana de Rojas.

Quien conoció la historia en el momento real no duda de la paternidad del “cariño, del afecto y del reconocimiento”. A veces la génetica no va agarrada de la mano del día a día. Genética y afecto son cosas distintas. Alejandra de Rojas amó como a un padre a Eduardo. Lo fue reconocido siempre. El conde de Montarco la quisó más que al resto de sus hijos. El capricho del querer. Razones tendríanlos dos que la razón no deja ver.