Muere Rafael de Paula a los 85 años, el torero que convirtió la tauromaquia en arte
El legendario matador de toros jerezano fallece en su ciudad natal tras una vida consagrada a la pureza del capote y al clasicismo taurino, dejando un legado que trasciende generaciones y fronteras

El torero jerezano Rafael de Paula ha fallecido
El mundo del toreo llora hoy la muerte de Rafael de Paula, una de las figuras más singulares y respetadas de la tauromaquia contemporánea. El maestro jerezano, de 85 años, ha fallecido este domingo en Jerez de la Frontera, la misma ciudad donde nació el 11 de febrero de 1940 bajo el nombre de Rafael Soto Moreno. Su desaparición supone el adiós a un torero que hizo del arte y la lentitud su bandera, un símbolo de la pureza y del duende andaluz.
Debutó en público en 1957, en la plaza de Ronda, y tomó la alternativa el 9 de septiembre de 1960, iniciando una carrera marcada por el talento, la irregularidad y la inspiración. Rafael de Paula fue un torero de alma flamenca, más artista que técnico, capaz de detener el tiempo con una verónica y de elevar el toreo a la categoría de expresión estética. Sus tardes en Sevilla y Madrid le consagraron como un mito de la elegancia y la sensibilidad.
Su nombre se asocia a una forma muy personal de entender la lidia, más cercana al arte que a la faena académica. Fue un torero de inspiración, de arranques geniales y silencios prolongados, que siempre prefirió la emoción al cálculo. En 2002 recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, reconocimiento que simbolizó el respeto que su figura generaba incluso fuera del ámbito taurino.
La noticia de su fallecimiento ha despertado numerosas muestras de afecto. La alcaldesa de Jerez, María José García Pelayo, ha lamentado la pérdida de “una leyenda del toreo que llevó el arte de Jerez a las plazas más exigentes”. Figuras del mundo taurino y del flamenco, ámbitos entre los que Rafael de Paula se movía con naturalidad, han recordado su personalidad reservada y su capacidad para convertir el ruedo en un escenario poético.
Hoy, las arenas de la memoria se tiñen de luto por el torero que toreaba despacio, que rompía moldes y que hacía del silencio un lenguaje. Rafael de Paula se marcha, pero su sombra seguirá viva en cada pase natural, en cada muleta templada y en cada aplauso que suene a arte y a verdad.