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Sacando al dictador a la palestra

Lo que no se puede hacer es criticar la Transición y querer denostarla y después celebrarla como parte que ha sido intrínseca de la democracia cuando nos interesa.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene durante el acto 'España en Libertad', en el Auditorio del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, a 8 de enero.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene durante el acto 'España en Libertad', en el Auditorio del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, a 8 de enero.Europa Press

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Veo las portadas de los periódicos del domingo y a la princesa Leonor a punto de zarpar en el buque escuela Elcano. Y me pregunto si no pueden dejarla un poco tranquila en la Zarzuela para que empiece ya a estudiar un grado en DADE, como tantos de sus coetáneos -está de moda- y que vaya a la uni conduciendo su propio coche. Pobre niña, va de la ceca a la meca, y parece que tuviera que pasar el quinario para demostrar siempre que es lo más de lo más. La princesa perfecta. Ella es la imagen fresca de la corona y representa una esperanza de futuro, ese futuro positivo para nuestro país y nuestros jóvenes y niños, en el que queremos creer los optimistas por naturaleza. Es luminosa, cercana y cae bien, eso que lleva ganado. Y, ya puestos, preferiría que reinara ella a realizar otros experimentos. Ya saben, los experimentos, mejor con gaseosa.

La semana pasada tuvo lugar el arranque de los actos de conmemoración del fallecimiento de Franco, que han sido uno de esos conejos que Sánchez se saca de vez en cuando de la chistera para distraer al personal. La mejor baza de Sánchez es sacar al dictador a la palestra cuando tiene problemas. Parece que quisiera ponerlo de moda, para poder así oponerse a sus futuribles seguidores -que a este paso van a crecer, solo por contrapunto al presidente. Dice el Gobierno que “con esta iniciativa pretendemos sumar a todos los demócratas a defender 50 años de libertad frente a 40 años de totalitarismo, dictadura y oscuridad". Ojo con tomarse a la ligera la palabra libertad. Ojito. No se puede escupir para arriba, que ya saben lo que pasa.

Ya le podría haber dado unas clases de retórica el Sánchez 1 al Sánchez 2

Qué coincidencia que tuvieran lugar estos actos justo la misma semana en que el hermano del presidente tenía que declarar por los hechos varios por los que está siendo investigado, ante una jueza extremeña. Y qué parecido hay entre las voces de ambos hermanos, por cierto, aunque ya le podría haber dado unas clases de retórica el Sánchez 1 al Sánchez 2, para que se explicara mejor. ¡Menudo rollazo de declaración y cuánto balón echado fuera! Apuesto que hasta el abogado alicantino José María Bueno, tan atento a todo, tuvo que morderse los carrillos por dentro para no dormirse. De algunos temas por los que le preguntaba la jueza parecía que Sánchez 2 no tuviera mucha idea. Veremos en breve qué decide hacer con esta patata caliente su señoría.

Dado que Franco murió el 20 de noviembre del año ’75, técnicamente no se han cumplido aún 50 años de su fallecimiento, lo que convierte el acto del pasado día 8 en una conmemoración extemporánea. Recordemos, además, que en España la democracia vino con la Constitución Española de diciembre de 1978, es decir, más de tres años después del fallecimiento de Franco, lo que dio lugar a la Transición. Así, con mayúscula, porque fue un exitazo de concordia ciudadana que conviene poner en valor -lo digo aposta para que se ría mi madre, porque me asquea este anglicismo. Lo que no se puede hacer es criticar la Transición y querer denostarla, por una parte, y después celebrarla como parte que ha sido intrínseca de la democracia cuando nos interesa. Para los demócratas convencidos, entre los que me encuentro, la única utilidad de este tipo de conmemoraciones es recordarnos que no queremos ni dictaduras ni dictablandas en este país. Que queremos libertad de verdad. Que queremos que las leyes se ajusten a las verdaderas necesidades del conjunto de los ciudadanos en el momento en que se dicten, y que no se legisle para unos pocos. Algo que el Gobierno viene obviando en los últimos tiempos.

El propio Sánchez podría y debería reflexionar sobre su manera de legislar. En este sentido, y volviendo a la palabra libertad -que es muy bonito pronunciarla y se nos llena la boca con ella- atención a la última iniciativa presentada en el Congreso: una proposición de ley para que se inadmitan querellas basadas en recortes de prensa y que se prohíba a los partidos políticos y a sus asociaciones ejercer la acusación popular. Toma ya, un recorte de libertades en toda regla. Es algo que se ha sacado el Gobierno de la manga, bajo el argumento peregrino de que pretende frenar el «acoso derivado de acciones judiciales abusivas», y basándose supuestamente en el artículo 17 de la Directiva 2024/1069. Sin embargo, este artículo, que les invito a que lean, se refiere a asuntos con repercusiones transfronterizas, es decir, que tienen lugar en diversos Estados de la UE, y no tiene nada que ver con el uso que pretende hacer del mismo el Gobierno. Imaginación no les falta, eso hay que reconocérselo.

Por cierto, que muchos de los que le hemos dado ya la vuelta al jamón no recordamos a Franco, ni falta que nos hace. Lo que no queremos es que regrese ni él ni nadie que se le parezca, y en cambio sí deseamos que nuestro país defienda la democracia, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. En este sentido, la tibieza de nuestro Gobierno con la situación de Venezuela es muy dolorosa, cuando se trata de un país hermano al que tantos vínculos nos unen. No siempre se puede nadar y guardar la ropa a un tiempo.

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