¿Y si Mbappé es gafe? El Madrid se lleva un chorreo de Liverpool y peligra la Champions
Los blancos, otra vez a un nivel bajísimo, cayeron 2-0 en Anfield. El francés estuvo muy gris y falló un penalti. El equipo de Ancelotti suma solo seis puntos en cinco partidos y necesita ganar los tres que faltan
El Real Madrid tuvo suerte en Liverpool. Sí, perdió 2-0, pero de no ser por Courtois y de un penalti fallado por Salah pudo haberse llevado un saco de vuelta a la capital de España. Y también, porque los aficionados reds no saben español y no le cantaron a los de Ancelotti eso del "eo, eo, eo, esto es un chorreo". Porque lo fue. El vigente campeón de Europa se deshace.
En el partido en el que, sin Vinicius, Kylian Mbappé estaba llamado a ser el santo y seña de los blancos para demostrar toda su valía en un escenario imperial y en la competición favorita del Real Madrid, el gran deseado naufragó con todas las letras. Tanto, que hay que empezar a preguntarse si este chaval francés es gafe en la Copa de Europa. No consiguió ganarla en París ni siquiera cuando tuvo como compañeros de equipo a Messi y Neymar y ahora, recién aterrizado en el rey del continente, el equipo en el que juega parece un sparring amateur de todos sus contendientes.
No conviene abusar demasiado, porque es algo que se veía venir. El Real Madrid erró en la composición de la plantilla para este curso al no buscar recambio para Kroos (sobre todo), Nacho (pese a que Asencio fue el mejor defensa en Anfield) y Joselu y por tampoco haber sido capaz de buscar alternativas a la inexplicable racha de lesiones que asola la plantilla. En Anfield cayó el mejor jugador blanco en el partido, Eduardo Camavinga, lo que deja al equipo en cuadro para lo que se viene hasta acabar el año.
Courtois evitó una goleada
En Anfield, el Madrid trató de ser ordenado y eso no lo hizo mal: durante el primer tiempo fue capaz de emparejar los calcetines correctamente, de pasar el plumero y de dejar todo limpio, sobre todo porque cuando todo lo demás falla casi siempre está Courtois con la aspiradora. Pero su peso ofensivo, sin Vinicius, es nulo. Que la creatividad en el centro del campo la tenga que poner un cuasi jubilado como Modric, un futbolista de leyenda que ya no rinde ni al treinta por ciento de lo que fue, no deja demasiada bien parada a la dirección deportiva madridista, ostente ese cargo quien lo ostente, que nadie lo sabe.
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En la segunda parte todo se desmadejó. El Liverpool hizo dos goles, falló un penalti y pudo marcar alguno más. Mendy y Rüdiger eran superados una y otra vez y Mbappé, enfrascado en mil batallas en las que siempre ganaba el dragón y nunca rescataba a la princesa, se ofuscaba cada vez más, tanto como para fallar un penalti que pudo haber supuesto el 1-1 con un chut cuyo lanzamiento hubiera firmado una de sus primas, querido lector. Este Madrid está tan descompuesto que su mejor futbolista, a años luz de los demás, un inglés llamado Bellingham, debe estar pensando en nacionalizarse gibraltareño.
Todas las luces de emergencia tienen que estar encendidas en la sala de máquinas de la Ciudad Deportiva Florentino Pérez, sede de las oficinas del club. El Real Madrid solo ha ganado dos partidos de cinco en esta Champions, suma seis puntos y le quedan tres partidos por jugar: el peligrosísimo Atalanta y la bicoca Brest fuera de casa, y la perita dulce del RB Salzburgo en casa. Necesita ganar dos para pasar de ronda, pero ya no caben más tropiezos. Porque si llega otro, esta Champions puede significar un ridículo sideral. Un chorreo a cámara lenta.