Del 'Método Pintus' a la enfermería
Hace no demasiado tiempo, apenas seis meses, Antonio Pintus era un tipo respetado. Señalado como parte ineludible del éxito del Real Madrid, el 'prepa' italiano diseñó un equipo que avasallaba en lo físico, algo fundamental para protagonizar las heroicas remontadas en los últimos minutos que han sido santo y seña del equipo blanco en los últimos años.
Pero ahora mismo, Pintus está en entredicho. El Real Madrid es incapaz de aguantar el ritmo físico de muchos de sus rivales (en Liverpool fue vapuleado), los jugadores de Ancelotti corren muchos kilómetros menos que los adversarios en cada partido y para colmo, la plaga de lesiones musculares asola con especial crudeza el vestuario del vigente campeón de Europa. De Anfield llegó lesionado Camavinga (tres semanas de baja) y Mbappé, Bellingham y Brahim acabaron el choque sobrecargados y son duda para el partido del domingo ante el Getafe.
Las orejas se ponen tiesas cuando se sintoniza la frecuencia adecuada. Mientras los medios más afines a la presidencia aseguran que todo se debe a a una mala gestión de la plantilla por parte de Ancelotti, cuando la antena apunta al vestuario las señales son diferentes: Pintus está en la picota. No tanto por su labor, reconocida, como por plegarse a los deseos de parte de la dirección del club. Le han dicho que el equipo tiene que estar a tope para la obsesión en los despachos, el primer Mundial de Clubes de la FIFA justo cuando acabe la temporada, y toda su preparación está encaminada a ello, descuidando el día a día. Descuidando Liga y Champions. Descuidando a Carletto.
Esa afinidad con los despachos, además, provoca recelos en el vestidor madridista. Hay quien cree que algunas cosas han salido del vestuario porque 'alguien' se las ha contado a los que mandan, y vulnerar la intimidad de una espacio tan sagrado como el camerino del equipo es visto como una traición por el cuerpo técnico y parte de la plantilla. Así que no corren buenos tiempos para Pintus.
Algo así, parecido a lo que ahora se dice, fue lo que provocó que Zinedine Zidane, en su segunda etapa como entrenador blanco, prescindiese del preparador físico transalpino. Pintus decidió quedarse en el club por su afinidad con los que mandan cuando Zizou se marchó por primera vez y eso el francés no se lo perdonó: era más leal a otros que al entrenador que le llevó al club y que no paró hasta conseguir verle en Valdebebas.
Tal vez ninguna de las dos versiones sea completamente cierta. Como diría el malogrado Michael Robinson, todo puede ser "seis de uno y media docena del otro". Pero si la confianza se ha roto en cualquiera de las dos direcciones, o en ambas, sólo hay una certeza: el Método Pintus está, como muchos jugadores, en la enfermería. Ahora queda ver el alcance de las heridas.