El Atlético y el Barcelona aprenden a ganar en Champions al estilo Real Madrid
Los rojiblancos derrotan al Leverkusen de Xabi Alonso en un ejercicio de resistencia que decidió un enorme Julián Álvarez. Los azulgrana se impusieron al Benfica en un festival de fallos arbitrales y de porteros

Julian Alvarez celebra su segundo gol al Leverkusen
Duele si es usted seguidor de uno de esos dos equipos, pero es la realidad. El Atlético de Madrid, que derrotó 2-1 al Bayer Leverkusen de Xabi Alonso, y el Barcelona, que venció 4-5 al Benfica en Lisboa, consiguieron imponerse en sus respectivos duelos apelando a la receta clásica del Real Madrid: merecido o no merecido, culminaron sus respectivas remontadas marcando en los minutos finales del partido para dejar a sus adversarios con cara de tonto y los tres puntos, en su zurrón. Ya sólo les queda llegar a ganar alguna vez quince Copas de Europa para sacarse el doctorado...
El Atlético encontró petróleo en su nueva figura emergente, el argentino Julián Álvarez. Los 'aspirinos' de Xabi Alonso desarbolaron por completo a los colchoneros en el primer tiempo, y pudieron endosare varios goles a los propietarios del Metropolitano. Pero no lo hicieron: solo un gol, anotado por Hincapie, y una expulsión a favor, por la primera roja (roja VAR, además) en la carrera de Pablo Barrios. Todo parecía de cara para el conjunto alemán.
Pero aparecieron el carácter del Atlético y la magia de la Araña argentina. Los de Simeone se engancharon al partido como una lapa y encontraron el gol del empate tras un carrerón de Julián Álvarez. Las tornas se igualaron aún más cuando el Leverkusen también se quedó con diez y, con el partido entrando en el último minuto, una tremenda brega de Correa con la defensa alemana propició un balón suelto en el área alemana que de nuevo Julián Álvarez, seis tantos ya en esta Champions, enjauló para provocar el delirio en el Metropolitano. Un 2-1 que vale oro.
Cantadas y locura en Lisboa
El Barcelona casi calca el guión en su apoteósica victoria en Lisboa, pero en su caso con un cerro de goles jalonados por fallos calamitosos de los porteros, errores arbitrales groseros y una remontada culminada en el último balón del partido. Un 4-5, nueve tantos, en un partido jugado bajo el diluvio, con goles inexplicables y un triunfo que deja al Barcelona matemáticamente clasificado para octavos y evitando la fase de repesca.
Los de Flick se vieron abajo por 3-1 en el primer tiempo y por 4-2 en el segundo, con un recital de errores de Szczesny y un Pavlidis que aprovechaba cada error azulgrana para machacar su portería: tres goles antes del descanso. Si el primer tiempo fue un esperpento del portero azulgrana, el segundo acrecentó lo calamitoso del choque. Gol de Raphinha tras pelotazo en la cabeza del portero benfiquista en un mal saque para meterse en el partido, justo antes de que Araujo marcara en propia meta y dejara el partido imposible a 23 minutos del final: 4-2.
Pero entonces llegó la locura, porque lo de ahí arriba fue casi anecdótico; penalti por desmayo de Lamine que no corrigió el VAR: 4-3. Gol de... ¡Eric García! que no se veía en una así desde prebenjamines: 4-4. Di María perdonó el 5-4 y llegó la última jugada del partido. Córner a favor del Benfica, se producen dos caídas en el área barcelonista que el árbitro no señaló y en la contra, con el tiempo cumplido y sin que el árbitro pitara el final, Raphina anotó el 4-5 sin tiempo ni de sacar de centro. Así, asi, así gana Flick.