| 27 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Manchester City 4 – 3 Real Madrid: Al Madrid no le mata nadie

No hay meiga, embrujo o equipazo, porque el City es un equipazo, que pueda enterrar al gigante de la capital de España. Ésa es la grandeza de un equipo único. La vuelta, la semana que viene,

| Miguel Queipo Deportes

Puedes darle cianuro, ahogarle, tirarle de un camión en marcha, atropellarle con un tren, lanzarle sin paracaídas desde 10.000 metros, ponerle dinamita en el pecho. Lo que sea. Pero al Madrid no se le mata así como así. El Manchester City derrotó por la mínima (4-3) al Real Madrid en la ida de semifinales de la Champions, tras darle un meneo importante durante varios periodos del encuentro. Pero el rey de Europa tiene lo que nadie más: esa capacidad tan suya de sobrevivir en los naufragios, de no arder en los incendios, de no ahogarse tras naufragar en el océano. Dos goles de Benzema y uno de Vincius permiten a los de Ancelotti llegar vivos, más que vivos, a la vuelta, la semana que viene.

El partido comenzó con la sorpresa del regreso de Rodrygo al once ocupando el puesto del tocado Casemiro, después de las buenas prestaciones del Madrid de los cuatro centrocampistas. Aquello olía a que el trece veces campeón de Europa iba a sufrir en el medio, pero ni mucho menos desprendía el tufo que inundaba el ambiente en el minuto once. Porque el partido iba 2-0, con el City cabalgando sin oposición sobre el césped y los de Ancelotti sin enterarse de por dónde soplaba el viento.

Mahrez y De Bruyne fabricaron a jugada del 1-0, ante la apatía de Mendy, Carvajal y Kroos, y poco después fue Gabriel Jesús el que aprovechó la falta de contundencia de Alaba en el cuerpeo y que Militâo se había ido de vendimia para poner el segundo. Aquello hedía a masacre. Porque el City controlaba todas las facetas del juego.

Guardiola planteó un partido en el que el equipo lucía ordenado, sabiéndose la lección sobre cómo aprovechar los espacios entre líneas y por los costados que dejaban los de Ancelotti y el juego era siempre cuesta abajo hacia un Courtois que no pudo hacer ninguno de sus habituales milagros: los dos tiros a puerta del City fueron gol y las otras cinco ocasiones de los sky blues no encontraron puerta, aunque tres de ellas fueron de esas que no hay que perdonar en Europa.

Era obvio que sin tener que tirar de Courtois, el Madrid tendría que sobrevivir gracias a Benzema, su otro santo de guardia. Su trabajo en la presión provocó que Ederson comenzase a cometer errores en la salida de balón, jugándolo con los pies, y esos temblores comenzaron a sembrar la duda en la defensa de los de Guardiola, el gran lunar del equipo citizen. Vinicius se encontró con el poste de rebote en una jugada anulada por fuera de juego, y poco después Benzema, tras un robo de Modric en campo contrario y un centro de Mendy, se anticipó a Zinchenko para meter en el partido a un Madrid que hasta ese momento era el rey desnudo. 

Quien perdona lo paga, y ese gol de Benzema volvió a mostrar con toda su crudeza lo que es el fútbol, un juego maravilloso. El City pareció no haber aprendido la lección: nada más salir del vestuario, tras el descanso, el enésimo error de un espantoso Militâo provocó un disparo de Mahrez al poste y Carvajal salvó bajo palos el siguiente remate, de Foden. Pero ya en la siguiente, con un error tremendo de Mendy en la salida dejando al equipo descolocado, el canterano del City anotó el 3-1.

El arranque del segundo acto estaba siendo otra vez un monólogo del City, pero entonces apareció la locomotora de Vinicius para en una conducción diabólica volver a meter al Madrid en la eliminatoria: 3-2. El Madrid no había comparecido aún tras el descanso, pero volvía a estar en disposición de todo. Estos chicos de blanco son como Drácula: hasta que no le clavas una estaca en el pecho no se muere de verdad. 

Y como suele pasar en estas circunstancias, de repente los dos equipos se dieron cuenta de que ya estaba bien, que tocaba no tomar riesgos y que lo mejor era guarecerse. Laporte tuvo una clara ocasión para los locales, Vinicius otra para los visitantes, pero Carletto tocó a retreta cambiando a Rodrygo por Camavinga.

Era el minuto 70, ése fue el tiempo que al italiano le costó enmendar el error inicial. Pero no sirvió de nada. Con menos amenaza en las contras del Madrid, el City volvió a dominar el juego, y tardó tres minutos en marcar el cuarto, un golazo de Bernardo Silva después de que la defensa madridista se quedara parada esperando que el árbitro pitara una falta de Kroos. Imperdonable, la rúbrica a un partido defensivamente espantoso del equipo madridista. 

Y cuando el Madrid agonizaba, volvió a salir del ataúd, sacudiéndose el polvo del traje. Un penalti por manos de Laporte, tontísimo, permitió a Benzema hacer el 4-3, lanzando a lo Panenka. El Rey de Europa siempre está vivo. No hay meiga, embrujo o equipazo, porque el City es un equipazo, que pueda enterrar al gigante de la capital de España. Ésa es la grandeza de un equipo único. La vuelta, la semana que viene, promete ser apasionante. Como para perdérsela.