| 07 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Osasuna 1-3 Real Madrid: LaLiga ya se acaricia

No, no está en la saca. Queda nada. Un último empujón. Quizás ni eso, si Barcelona y Sevilla se ponen a hacer el tonto en sus partidos estos días.

| Miguel Queipo Deportes

Se acaricia con la yema de los dedos. No, no está en la saca. Queda nada. Un último empujón. Quizás ni eso, si Barcelona y Sevilla se ponen a hacer el tonto en sus partidos estos días y no cosechan todos los puntos en liza.

El Real Madrid ganó (1-3) a Osasuna en El Sadar, ante una afición rojilla tan agradable como acostumbra, pero con muchos menos apuros de los que señala el marcador. Porque el Madrid falló dos penaltis, dos paradas de Herrera a Benzema, y perdió un par de ocasiones de esas que no se fallan nunca. Mejor dicho, casi nunca. Pero tres puntos al zurrón, aunque la limpia entre lesiones y sanciones en la defensa del Madrid para el próximo partido, en casa ante el Espanyol, va a ser dura.

Ancelotti ve ya LaLiga tan ganada, todos sus perseguidores (salvo el Sevilla) pegándose trastazos inesperados con equipos de la zona baja y en casa, que se permitió rotar en El Sadar. No solo dejando a Modric en Madrid, sino no alineando a Carvajal, Kroos y Vinicius. Con la ausencia de Casemiro por lesión, el centro del campo del Madrid lo conformaban Valverde, Camavinga y Ceballos. Una medular inédita a la que le costó entrar en calor y tomarle el pulso al partido.

 

 

Camavinga vio una tarjeta a los cinco minutos (que no era, y que además fue la única falta del Real Madrid en todo el primer tiempo: ver para creer), pero el dinamismo de Osasuna, con un Chimy Ávila convertido en un pequeño diablillo, Moncayola jugando como los ángeles y la potencia de Brasanac siendo complicada de frenar, complicó el arranque del partido. Y eso que el Madrid se adelantó pronto, aunque el partido era un ida y vuelta sin ninguna presencia de las defensas. Marcó Alaba, a la segunda, en remate con la tibia en posición inverosímil y bajo las piernas de Sergio Herrera. 

Pero al austriaco no le dio tiempo ni a buscar una silla para alzarla al cielo de Pamplona. En la jugada de saque de centro, empató Osasuna tras un pase sensacional de Moncayola a Ávila, liberado de presión ante un Madrid aún relamiéndose por el gol. Nacho midió mal, Militâo aún peor y Budimir remachó bajo palos el empate. Aquello parecía que iba a ser un partido loco, catorce minutos y cinco remates a puerta entre los dos equipos… pero todo se paró ahí.

Se paró porque Camavinga comenzó a hacerse con el control del tránsito de tráfico pesado por el centro del campo, y el Madrid dejó de sufrir. Se paró porque Ceballos demostró personalidad, pidiendo siempre el balón, intentando organizar la ofensiva madridista, aunque a un ritmo demasiado lento.

Con Asensio desaparecido, con Benzema extraordinariamente fallón, con Valverde buscando su espacio sin atinar, el Madrid se encomendaba a un Rodrygo igual de incisivo que en estos últimos partidos, pero sin fortuna. Así que el Madrid controlaba, y controlaba, y controlaba. Pero no llegaba, no llegaba y no llegaba. Era algo tedioso lo que se veía.

 

 

Hasta que apareció el Hombre Invisible, Marco Asensio. Lo hizo para marcar un gol de esos que algunos llamarán ‘rauliano’: un sensacional pase de Camavinga a Ceballos lo remató el utrerano, rechazó Herrera y en el área pequeña el balear sólo tuvo que empujar el esférico para hacer el 1-2. Es complicado recordar otra intervención de Asensio en el primer tiempo salvo un disparo lejano muy desviado desde su perfil malo, pero hay que reconocer que la que tuvo, la embocó. La peor noticia para los blancos, que Alaba se tuvo que retirar por una lesión muscular en la pierna derecha, a seis días del choque de semifinales de Champions en Manchester ante el City.

La segunda parte, con Osasuna cansado y desconectado del partido, parecía que iba a ser fácil para el Madrid. Más aún cuando una mano de Chimy Ávila en una acción con Rodrygo, muy clara, fue señalada como penalti. Benzema tiró a su izquierda, su lado malo, y el lanzamiento lo rechazó Sergio Herrera.

Un error asumible en un jugador que estaba atravesando un momento más que dulce. Pero siete minutos después, Rodrygo forzó otro penalti, igual de claro pero por derribo, y volvió a lanzarlo Benzema. Otra vez a su izquierda. Y otra vez se lo detuvo el meta osasunista. De los cinco últimos penaltis lanzados por Karim, falló tres (conviene recordar el dos de tres ante el Celta). Así que lo mismo habría que intentar improvisar un segundo lanzador, por no abusar de la (mala) suerte.

 

 

 

En cualquier caso, y aunque los cambios de Osasuna revitalizaron en algo al equipo de Arrasate, el Madrid no sufría aunque hasta el alargue, gol de Lucas Vázquez, no cerró el resultado. En contra, apenas un remate que se envenenó de Budimir, en el arranque del segundo acto. Mientras, Nacho y Militâo eran amonestados, y tendrán que cumplir ciclo ante el Espanyol, dentro de diez días.

Si Alaba no se recupera, si Vallejo sigue testando positivo en COVID, si Mendy y Marcelo arrastran sus dolencias, Ancelotti tendrá que hacer malabares para componer una defensa de garantías, aún recuperando a un par de nombres. Pero eso casi puede dar igual. Puede ser el día del alirón. Y el preámbulo a un posible pasillo en el Metropolitano, ante el Atlético, en el derbi. Las penas con pan son menos. Cuatro puntos para el alirón.