| 28 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Una imagen de la plaza de Colón
Una imagen de la plaza de Colón

Un clamor recorre España contra las andanzas negligentes de Sánchez

La manifestación de Colón no es una respuesta partidista ni electoralista: es la reacción cívica ante el abuso sistemático del Gobierno con el separatismo.

| ESdiario Editorial

 

Al menos 120.000 personas (25.000 según el bochornoso recuento de la Delegación del Gobierno) participaron este domingo en la manifestación constitucional contra los indultos de Pedro Sánchez, convocada en la madrileña plaza de Colón por Unión 78, una plataforma civil encabezada por personas como Fernando Savater, Andrés Trapiello o Rosa Díez, entre otros.

Toda la oposición secundó y participó en la concentración pero ni la convocó ni intervino en ella ni se dejó ver unida, a diferencia de la manifestación convocada en el mismo sitio en 2019 a favor de la unidad de España: Casado, Arrimadas y Abascal no se fotografiaron juntos y con ello desmontaron la respuesta política del Gobierno, deseoso de convertir la protesta en un acto electoral del “trifachito”, esa expresión lamentable ideada por Moncloa para defenderse en vano.

 

En realidad, la manifestación demuestra el descontento general de la sociedad española con las cesiones de Pedro Sánchez a los dirigentes y partidos que, a cambio de apoyarle en la moción de censura o en sus investiduras; reciben compensaciones en forma de indultos, mesas de diálogo, referendos, transferencias económicas o nuevas competencias, alguna tan hiriente como la gestión de las cárceles en beneficio de decenas de terroristas.

Pese a ello, el Gobierno resumió la concentración con unas duras palabras de la vicepresidenta Carmen Calvo: “En la plaza de Colón, lanzando proclamas de cartón piedra, no significa más que la impotencia de hacer política de la derecha española, de la ultraderecha española".

Sánchez se paga su supervivencia dañando los intereses de España y alimentando el desafío de quienes quieren destrozarla

La reacción del Gobierno ante una protesta de miles de ciudadanos españoles en favor de la Constitución es parecida a la de los propios independentistas. El presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, la tildó de “respuesta rabiosa de la derecha rancia”. Y el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, llamó a Colón “narcosala de la ultraderecha”.

Frente al mensaje gubernamental de que sus cesiones abonan la “concordia”; todo el independentismo ha insistido este fin de semana en su hoja de ruta: la Generalitat ha defendido públicamente que su objetivo es la “autodeterminación y la independencia”. Y la Asamblea Nacional Catalana ha exigido al Gobierno catalán que apuesta de inmediato por la vía unilateral.

Sánchez, muy dañado

Sánchez queda muy dañado por su actitud ante el nacionalismo. La mejor prueba es que, frente a su reacción de 2019 a la llamada “foto de Colón” convocando Elecciones, ahora intenta agotar como sea la legislatura.

No se fía del resultado y, al menos para él, hace bien: la mezcla de indignación y preocupación que hoy siente España por la deriva irresponsable de su presidente es transversal ya y muy probablemente abrumadora. Porque todo el mundo entiende que las concesiones de Sánchez no obedecen a una posibilidad cierta de pacificación, sino al peaje personal que paga para sobrevivir en La Moncloa. Al precio que sea.