| 25 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Santiago Abascal
Santiago Abascal

Abascal no puede ser repudiado en un país que auxilia a golpistas y terroristas

El peligro para España no es VOX, son los partidos y dirigentes que trabajan para la destrucción de la Constitución y quienes miran para otro lado y se apoyan en ellos.

| ESdiario Editorial

Que una Administración Pública declare persona "non grata" al líder cualquier partido democrático y constitucional es un bochorno inaceptable sin ninguna justificación. Que lo haga Ceuta y ese dirigente sea Santiago Abascal le añade un punto de indecencia sorprendente, pues pocos como el presidente de VOX han sido tan enérgicos en la defensa de la integridad de la Ciudad Autónoma y en la denuncia de los asaltos invasivos teledirigidos por Marruecos.

Cierto es que la elevada población musulmana de las dos ciudades españolas situadas geográficamente en territorio africano obliga a manejar con cuidado este asunto, haciendo los esfuerzos que sean menester para diferenciar las réplicas a Rabat y la reprobación de sus malas artes del respeto que merece ese sector social con creencias distintas a las mayoritarias en España.

 

Pero ese argumento es a todas luces insuficiente para legitimar una burda persecución ideológica que invierte la responsabilidad y transforma al defensor de la integridad de Ceuta en un repudiado y a sus asaltantes, por contra, en damnificados de un discurso nacional que todos deberían compartir.

Que el PP local se abstuviera en la votación solo añade indignidad al asunto, si bien resulta tranquilizador que su dirección nacional se haya desmarcado de esa decisión y repudie, como no puede ser de otra manera, la persecución a Abascal, que debe valorar esa aclaración y desechar la idea de convertir este asunto en otra razón más para un enfrentamiento con los populares que no quieren los seguidores de ambos partidos.

Que Abascal sea repudiado en el mismo país que indulta a golpistas y beneficia a terroristas con delitos de sangre es inadmisible

Más allá de los hechos concretos, queda claro que España se ha sumergido en una lamentable deriva política que estigmatiza a partidos y dirigentes respetuosos con el orden constitucional, gusten poco o nada a sus rivales, mientras legitima y blanquea a quienes lo pisotean a diario.

Que Abascal sea repudiado mientras se indulta a condenados por golpismo, se acerca a sus casas a terroristas con delitos de sangre o se convierte en aliado del Gobierno a Arnaldo Otegi; ahonda en una degradación de los valores y principios que, más allá de ideologías, deberían compartir y defender al unísono todas las fuerzas democráticas nacionales. Muy triste.