Si el 23J el líder del PP se quedó con mal sabor de boca aunque ganara las elecciones, ahora experimenta el sentimiento contrario. Cosas de política y de la gestión de las expectativas.
Alberto Núñez Feijóo soñaba con la mayoría absoluta y la victoria por la mínima e insuficiente tuvo sabor muy amargo para él, su partido y sus millones de votantes. Quedó entonces un tanto descolocado, como ese boxeador que recibe un golpe muy duro y, sin caer a la lona, empieza a deambular por el ring, un tanto sonado, esperando que suene la campaña para tomar aire y volver a reencontrarse.
El PP ha estado varias semanas así, hasta que este pasado domingo sonó la campaña en la madrileña plaza de Felipe II con un acto multitudinario que sirvió a Feijoo y a su partido para coger aliento y fuerzas y recuperar la confianza y la autoestima.
Con ese subidón Feijóo se plantó el martes en el Congreso de los Diputados. Con la razón de su parte, hizo un discurso y unas réplicas brillantes en los que retrató al Gobierno y a sus socios separatistas como lo que son, unos los enemigos de España y el otro el que está dispuesto a entregársela a cambio del poder arrasando el sistema constitucional de 1978.
🔴 Ni amnistía, ni referéndum, ni cualquier fórmula equivalente o análoga.
— Partido Popular (@ppopular) September 26, 2023
🗣️ Alberto Núñez Feijóo en el Congreso: "Tengo principios, límites y palabra".#InvestiduraFeijóo pic.twitter.com/Dd7btPpRQ6
Hay quien argumenta que de poco vale todo eso ante la realidad de los números: 172 votos a favor de la investidura del candidato del PP y 178 en contra. Lo cierto es que la derrota, esperada, ha sido dulce y con regusto a victoria. Feijóo iba, según la izquierda, poco menos que a hacer el ridículo en el Congreso y lo cierto es que ha salido fortalecido como líder de su partido y ante los ojos de millones de españoles.
Esa fortaleza es muy importante porque nadie sabe si iremos a unas nuevas elecciones o si, en caso de que Sánchez sea investido, cuánto aguantará la legislatura en pie. Si se abre un escenario electoral a corto o medio plazo, Feijóo y el PP están preparados para afrontarlo con éxito.
Si, por el contrario, nos vemos abocados a cuatro años más de ‘sanchismo’, su liderazgo en el partido será clave para usar todo el poder autonómico, municipal y parlamentario (principal grupo en el Congreso y mayoría absoluta en el Senado) como contrapeso a Sánchez y sus aliados, enemigos de España. Hay mucho en juego.