| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pedro Sánchez y Oriol Junqueras
Pedro Sánchez y Oriol Junqueras

Sánchez se paga el puesto aceptando negociar autodeterminación y amnistía

El presidente concede al separatismo su mayor victoria histórica al reconocer el inexistente derecho a negociar la autodeterminación y la amnistía, las logre finalmente o no.

| ESdiario Editorial

 

La hipoteca que Pedro Sánchez firmó para lograr la Presidencia no ha dejado de extender sus facturas desde junio de 2018, cuando aprovechó una sentencia menor de la trama Gürtel para justificar una moción de censura contra el rival que le había ganado las Elecciones Generales dos veces en apenas seis meses.

Entonces aceptó la doble intervención del populismo de Podemos y el separatismo de ERC y no ha dejado de abonar facturas que, para lograr un beneficio personal, se cargan en los intereses estructurales de España.

Desde las nefandas leyes ideológicas que asolan las garantías y libertades del Estado de Derecho hasta las cesiones al nacionalismo, todo ha sido un cúmulo de despropósitos agravados por la peor crisis sanitaria y económica de la historia reciente: cuando más consensos transversales hacían falta y más concentración se requería en las prioridades; más sectaria, divisoria y contraproducente ha sido la agenda de Sánchez.

 

Pero si las leyes Celaá, de asalto al CGPJ, de transexualidad, de memoria histórica o de eutanasia son inaceptables e incompatibles con la libertad individual y colectiva inherente a una democracia; las cesiones al independentismo son además un ataque frontal a la mismísima Constitución.

La independencia no solo debe ser ilegal, también debe considerarse ilegítima. Y Sánchez la ha blanqueado para pagarse su cargo

Y eso supone aprobar en el Congreso la reanudación de la "Mesa de Gobiernos" que avala una inexistente bilateralidad entre España y Cataluña y oficializa la negociación del proscrito "derecho" a la autodeterminación y de la lamentable amnistía de los nueve políticos catalanes condenados por sedición que, lejos de arrepentirse, se reafirman en su comportamiento.

Blanquear lo más siniestro

Que la independencia de una parte de España sea inviable no resta relevancia a la infame cesión del Gobierno, que sienta un precedente ya imborrable de legitimación de unos objetivos que, simplemente, deben combatirse y desautorizarse.

Sánchez no puede dar lo que no está en su mano, pero sí puede hacer pedagogía política en su sentido o en otro: las ideas separatistas se combaten o se alimentan, en prevención de escenarios futuros, y lo que ha hecho este Gobierno es blanquearlas. Y eso ya es una victoria del nacionalismo, que ya siempre podrá alegar un reconocimiento de sus postulados y esperar a que se den las condiciones debidas para hacerlos prosperar.