| 30 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez; la ministra de Transporte, Raquel Sánchez; y la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez; la ministra de Transporte, Raquel Sánchez; y la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.

La izquierda convierte España en una Torre de Babel ingobernable

Parece demostrado que Sánchez antepone sus ambiciones personales al interés general, lo que deja un escenario con el separatismo triunfando y consiguiendo su objetivo: fragmentar y dividir.

| ESdiario Editorial

La decisión de la Mesa del Congreso de autorizar ya el uso de las lenguas cooficiales es un perfecto retrato de la España disparatada a la que nos conduce el Gobierno. Sus señorías que así lo deseen prescindirán del español que dominan todos y del sentido común para hablar en otra lengua que sólo dominan unos pocos y que obligará al resto a usar la traducción simultánea.

La medida, además de disparatada, injustificada y probablemente inconstitucional, supone un coste económico que retrata también el desprecio al dinero público, a nuestros impuestos, que tienen muchos políticos, de forma muy marcada los de la izquierda. Pero de manera especial delata también la falta de entendimiento en esta Torre de Babel que es la política española donde los principales partidos no se entienden ni se hablan. Sánchez prefiere traducir sus políticas y ambiciones personales al lenguaje separatista, en lugar de hablar del interés general con Feijóo, que debería ser el idioma político común.

La Torre de Babel bíblica acabó como el rosario de la aurora. Los constructores, incapaces de entenderse en una lengua común, se dispersaron dejando inacabado el proyecto. El separatismo, por definición, consiste también en fragmentar y dividir. Por eso usan la lengua como forma de alejarse de aquellos de los que se quieren separar, no como instrumento de comunicación y entendimiento. Quieren marcar las diferencias y distanciarse.



A todo eso contribuye el PSOE, Sánchez, con el entusiasmo que le produce imaginarse cuatro años más en el poder. Si lo logra van a tener ante sí un país ingobernable, divido, desigual y muy crispado. No es posible mantener la convivencia si se gobierna de espaldas a la mitad como mínimo de la población. Y lo mas dramático es que a ese engendro lo llaman Gobierno progresista.