El kéfir y el yogur comparten algunas propiedades nutricionales, como el aporte de proteínas, bacterias, calcio, fósforo, potasio y vitaminas del grupo B, pero también tienen diferencias…
El yogur y el kéfir son dos alimentos muy similares y ambos tienen muchos beneficios para la salud. Ambos productos son probióticos y es saludable consumirlos con regularidad.
El kéfir puede ser una mejor opción si se tiene intolerancia a la lactosa o si se quiere evitar la pasteurización después de la fermentación. En este artículo, te contamos las diferencias entre estos dos alimentos, y sus propiedades. Descubre cuál es la mejor opción para tu salud.
El kéfir es una bebida fermentada con una textura cremosa y sabor ácido y ligeramente dulce. Se obtiene a partir de la fermentación de leche o agua con kéfir-granos, formados por una combinación de microorganismos, entre los que se encuentran bacterias lácticas, levaduras y bacterias acéticas.
Los kéfir-granos crecen y se reproducen al mezclarse con la leche o el agua, dando lugar a una fermentación que puede durar de 12 a 48 horas.
El kéfir es originario de la región del Cáucaso, en Asia central. Según la leyenda, los habitantes de esta zona conservaban los kéfir-granos como un tesoro y los compartían entre generaciones para seguir disfrutando de las propiedades de esta bebida fermentada.
Con el tiempo, el kéfir se popularizó en Europa del Este y el Medio Oriente, convirtiéndose en un alimento probiótico común en muchas cocinas tradicionales. En la actualidad, el kéfir se ha popularizado en todo el mundo debido a sus beneficios para la salud.
Existen diferentes tipos de kéfir, según el tipo de líquido empleado para la fermentación. El kéfir de leche es el tipo más común y se hace con leche de vaca, oveja, cabra o incluso leche vegetal.
El kéfir de agua se elabora con agua endulzada y se utiliza como alternativa al kéfir de leche, siendo una buena opción para personas intolerantes a la lactosa y veganos.
Para preparar kéfir en casa, se necesitan kéfir-granos, que se pueden adquirir en tiendas especializadas o en línea.
Para ello, se mezcla una cucharada de kéfir-granos con un litro de leche o agua endulzada en un recipiente de vidrio y se deja fermentar durante al menos 12 horas, a temperatura ambiente. Después de este tiempo, se cuela el líquido para separar los kéfir-granos y se pueden utilizar de nuevo para la siguiente fermentación.s
El yogur es uno de los alimentos fermentados más antiguos y populares del mundo. Se obtiene mediante la fermentación de la leche por dos bacterias específicas, Streptococcus thermophilus y Lactobacillus bulgaricus, que convierten la lactosa de la leche en ácido láctico, lo que da lugar a la textura y sabor característicos.
Hay varios tipos de yogur disponibles en el mercado, que varían en función de la leche utilizada, los aditivos añadidos y el proceso de elaboración.
Entre ellos, se pueden encontrar yogur con leche entera, semidesnatada o desnatada, yogur griego (más cremoso y con más proteínas), yogur sin lactosa (para personas con intolerancia a la lactosa) y yogur con sabor (con añadidos como frutas, chocolate, vainilla, etc).
Preparar yogur en casa es una opción fácil y económica. Se requiere leche, yogur natural (como cultivo) y un termómetro.
Primero, se calienta la leche hasta que alcance los 85-90°C para eliminar bacterias no deseadas, después se enfría hasta que llegue a los 40-45°C y se añade el yogur natural como cultivo. Después se mezcla bien y se pone la mezcla en un recipiente con tapa. Se coloca en un lugar cálido (entre 40-45°C) durante 6-12 horas hasta que se forme el yogur. Por último, se refrigera de 2 a 3 horas antes de servir.
El yogur y el kéfir son dos alimentos probióticos parecidos, pero se elaboran mediante procesos de fermentación diferentes y contienen microorganismos distintos.
El yogur se produce a partir de la fermentación láctica de la leche por medio de dos bacterias específicas, el Lactobacillus bulgaricus y el Streptococcus thermophilus. Por su parte, el kéfir se elabora a partir de una combinación de bacterias y levaduras fermentadoras, que dan como resultado una bebida con una textura más líquida que la del yogur.
Para elaborar yogur, se introduce una pequeña cantidad de bacterias en la leche tibia y se la deja fermentar en un recipiente hermético a una temperatura controlada de entre 40ºC y 45ºC.
La fermentación láctica produce ácido láctico a partir de la lactosa presente en la leche, lo que acidifica el medio y coagula las proteínas de la leche, dándole la textura característica.
El kéfir se elabora mediante la adición de "granos de kéfir" a la leche, que son una combinación de bacterias y levaduras que fermentan la lactosa presente en la leche y producen ácido láctico, ácido acético y un pequeño porcentaje de alcohol. Los "granos de kéfir" son una masa gelatinosa que se compone de proteínas, lípidos y ácido nucleicos.
Tanto el yogur como el kéfir son ricos en nutrientes y contienen proteínas, vitaminas y minerales como el calcio, que son esenciales para una dieta saludable. Además, ambos alimentos contienen probióticos, que son microorganismos vivos que aportan beneficios para la salud intestinal y el sistema inmunológico.
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El kéfir y el yogur son dos alimentos probióticos que ofrecen múltiples beneficios para la salud, por lo que ambos son recomendados en una dieta saludable. Sin embargo, existen algunas diferencias en cuanto a su aporte nutricional y beneficios específicos que es importante tener en cuenta a la hora de decidir cuál es mejor para nuestra dieta.
El yogur y el kéfir son ricos en proteínas, vitaminas (en especial del grupo B) y minerales como calcio, fósforo y magnesio.
La principal diferencia es que el kéfir es una fuente más completa de nutrientes, ya que además de los mencionados anteriormente, contiene aminoácidos esenciales, ácidos grasos y ciertas vitaminas que no están presentes en el yogur como la vitamina K. Además, al estar fermentado, el kéfir es más fácilmente digerible que el yogur, por lo que es una buena opción para personas con intolerancia a la lactosa.
Ambos son ricos en nutrientes y probióticos que aportan numerosos beneficios para la salud. El kéfir es más completo debido a que contiene más cepas de bacterias beneficiosas.
El yogur tiene menos variedad de bacterias, pero aun así, puede contribuir a mejorar la flora intestinal y la digestión. Ambas opciones son excelentes para la prevención de enfermedades debido a que fortalecen el sistema inmunológico y previenen infecciones.
Si deseas incluir kéfir o yogur en tu dieta, lo más recomendable es elegir productos frescos y fermentados naturalmente. Algunos productos comerciales pueden contener aditivos o azúcares añadidos, lo que elimina o disminuye los beneficios probióticos de estos alimentos.
Se pueden consumir en desayunos, postres e incluso en recetas saladas. Aunque son productos similares, se pueden alternar en la dieta para variar los nutrientes y experimentar nuevos sabores.
Entonces, ¿qué es mejor el kéfir o el yogur? La respuesta depende de tus gustos personales y de tus necesidades nutricionales. Ambos son alimentos saludables que puedes incluir en tu alimentación siempre que no seas alérgico o intolerante a la lactosa.
Lo ideal es que los consumas sin azúcar ni aditivos artificiales, y que los combines con frutas, cereales o frutos secos para obtener un desayuno o una merienda equilibrada y deliciosa. Si te ha gustado el artículo compártelo en tus redes sociales y déjanos un comentario con tu opinión.