| 18 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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José Manuel Pérez Tornero
José Manuel Pérez Tornero

Para abanderar el cambio que prometió Tornero, RTVE necesita una auditoría real

No se trata de corregir una parrilla de programación a corto plazo, el problema de la corporación es que nadie conoce el estado real de sus cuentas, ha perdido credibilidad y eso se refleja.

| Milagros Martín-Lunas Medios

 

 

José Manuel Pérez Tornero está a punto de cumplir cien días como presidente de RTVE. Dada la inercia de los problemas que arrastra la Corporación pública, el cambio ni se nota. La Uno cerró el mes de mayo con una media de audiencia del 8,2%, su segundo mínimo histórico consecutivo. Hoy por hoy, lamentablemente, La Uno se enfrenta en cifras a La Sexta (6,5%) y a Cuatro (5,4%), las hermanas pequeñas de las cadenas privadas competidoras naturales de La Dos, en lugar de rivalizar, como debiera, con Telecinco (15,2%) y Antena 3 (14%).

Llevo una semana leyendo artículos que defienden la calidad de los programas estrenados esta temporada en La Uno, a pesar de que la audiencia les de la espalda. El pasado lunes finalizó The Dancer con un discreto 8,2% de media de audiencia (por lo menos el talent ha cubierto la barrera de la media de la cadena), el miércoles concluirá la cuarta temporada de Estoy vivo que ha caído hasta un paupérrimo 5% de audiencia. Veremos a ver hasta qué niveles se hunde en la despedida cuando se enfrente, sin comerlo ni beberlo, a la encarnizada persecución de Supervivientes contra Mask Singer.

También cuenta La Uno con un nuevo estreno tras la despedida de Cuéntame y la muerte de Antonio Alcántara emulando a Michael Corleone en El padrino. Leonardo, una serie histórica, protagonizada por Aidan Turner, que explora en clave de pseudoficción los secretos y dramas del artista y que en su primera entrega alcanzó un 10,1% de cuota de pantalla. El pasado jueves Da Vinci sentó frente al televisor a 1.579.000 de espectadores. A ver qué pasa esta semana.

El declive de audiencia de RTVE

Lo cierto es que los números cantan. La audiencia lleva tiempo dándole la espalda a la cadena pública. ¿Alguien se ha preguntado por qué no funcionan estos productos, supuestamente de calidad, en la parrilla pública?

La huida de la audiencia no es fruto de un programa tal o cual, de un informativo, de un presentador o de otro. Esta desorientación es producto de la inercia de un buque cuya envergadura es la de un mastodonte que lleva años impulsado hacia una dirección por las mafias internas. Corregir ese rumbo se me antoja una aventura complicadísima y, desde luego, no inmediata.

No se trata de corregir una parrilla de programación a corto plazo, una parrilla incoherente que, en cierto modo, deciden las productoras externas y cierto personal elegido a dedo que ha demostrado su incompetencia. El problema de RTVE es una cuestión de imagen, de credibilidad, de falta de innovación y de chispa. La Corporación carece de sentido de servicio público, la esencia de la televisión de todos. Tornero y su equipo tienen una patata muy caliente entre manos.

Si bajas a tu equipo a quinta regional, lo primero que hacen los gestores deportivos es eliminarte como entrenador. El problema de RTVE es que los que toman decisiones, los cargos medios, llevan más de 15 años administrando el banquillo sin que nadie se atreva a renovarlos. Tiren de organigrama y verán.

José Manuel Pérez Tornero

Para poder cumplir su promesa "levantar la audiencia y abanderar un cambio interno", Tornero tendrá que definir muy bien quiénes son los entrenadores que han llevado al equipo a esta situación, tendrá que acabar con los reinos de Taifas, con esos directivos que han navegado entre unos mares políticos y otros, incapaces de llevar al Titánic público a puerto seguro, tendrá que acabar con esa costumbre de reparto de cromos como pago de prebendas políticas, tendrá que librarse de aquellos que deambulan por los pasillos de la corporación con carnet de partido en la boca y con más poder del que debieran. Una utopía, me temo. Tornero, de momento, ha movido ficha en la alta estructura; debajo, RTVE sigue igual. Como la canción.

El año pasado la Corporación externalizó 691 millones de euros. Es verdad que esta cifra no solo hace referencia a la producción y programas, en ella se incluye todo lo que se compra o se desembolsa, pero no deja de ser una barbaridad. Salvo los informativos (y no todos, no nos olvidemos de Las cosas claras) el 90% de la programación de TVE está externalizada. ¿Era necesario? Lo cierto es que estos gastos se justifican con un sistema de imputación de costes internos opaco.

 

Periodista, doctor en Comunicación por la UAB, licenciado en Filología Hispánica, Tornero sostiene que "la educación es todo, se aprende en un programa de entretenimiento, en uno de ficción, y la educación debería ser una transversal que asumiese cualquier programa". Y añade: "Más que lamentarnos de la escasez de audiencia lo que hay que hacer es darle a toda la televisión una vertiente cultural, educativa, científica, de inteligencia general".

Hagamos un ejercicio de imaginación. ¿Qué haría un director general de una empresa cualquiera si, tras su toma de posesión, se encontrara con una deuda acumulada de 121 millones que ha sido maquillada durante años con ingeniería financiera? Querría saber de dónde sale ese agujero, digo yo. Pues en RTVE Nadie sabe nada.

Si algo necesita RTVE es una auditoria urgente, pero una auditoria en condiciones. No vale cualquiera. Sería necesario que fuera independiente, capaz de sacar a flote la realidad contable y financiera de la corporación, una auditoria que desgranara las verdaderas relaciones con las productoras, que desvelara los sueldos de sus directivos. Una auditoria de verdad.

Por cierto, se cumple un año de la sentencia del Supremo (junio 2020) que obligaba a la Corporación a publicar el sueldo de sus directivos. Un cumplimiento que ni está ni se espera. Rosa María Mateo, la administradora provisional que iba a estar unos meses en el cargo mientras se realizaba un concurso público para elegir al nuevo Consejo de Administración, proceso que se dilató durante más de 2 años, la presidenta se atrevió a decir en comparecencia que no se puede publicar el sueldo de los directivos porque se iban a enfadar entre ellos. Está grabado, que no me invento nada.

El problema de RTVE es que nadie conoce el estado real de sus cuentas. Lo cierto es que para recuperar el esplendor perdido habría que limpiar tantas cosas, pero, como en la fábula del siglo XIII, nadie quiere ponerle el cascabel al gato.