| 28 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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La ropa interior se convierte en pieza de museo en esta exposición londinense

Corsés, camisones de seda o los auténticos calzoncillos largos de los que los más jóvenes nunca oyeron hablar. Londres vuelve a ser capital de la moda con este repaso por la intimidad.

| Alejandra Temprano Moda

Desde unas polainas largas que lució la madre de la reina Victoria hasta el último corsé que puso de moda la artista de burlesque Dita Von Teese. El museo Victoria y Alberto de la capital británica acogerá hasta el 12 de marzo de 2017 la muestra Desvestidos: una breve historia de la ropa interior dedicada a la evolución de  las prendas íntimas desde el siglo XVIII y aderezada con curiosos detalles.

La lencería para hombre y mujer sigue generando interés y admiración a partes iguales. Por algo en el siglo XIX, se produjo entre los fabricantes un serio debate sobre cómo crear corsés que no asfixiaran a las usuarias. Los más antiguos se construyeron con auténticas varillas de ballena y se rellenaron con lana para no dañar la piel de las más jóvenes. 

A través de 200 prendas, la exposición exalta la innovación y el lujo hecho con materiales exquisitos y fibras naturales como la seda, los encajes, la lana o el algodón. "La ropa interior ha sido muy importante para la salud, la higiene, la autoestima y la confianza", señaló Edwina Ehrman, responsable del espacio. Y es que moldear el cuerpo a través de los corsés fue una moda muy peligrosa que arrasó en Europa entre los siglos XVII y XVIII. De hecho, se localizan entre los expositores algunas de las radiografías que acreditan los daños provocados en la anatomía de las mujeres. 

Una rara pieza es el petticoat de 1770 que se usaba para dar volumen a los vestidos de las damas de la época como símbolo de estatus social y distinción. No era raro ver a mujeres de la burguesía mostrar con sutileza su ropa más íntima para dar cuenta de la capacidad de sus finanzas. Las estructuras eran pequeñas obras de ingeniería que había que cuidar con mimo por el ornamento con el que estaban fabricadas. 

Con la tecnología llegó la revolución. Primero la del sujetador, prenda estrella el armario femenino, después la de los materiales y, por último, la de la moda. Dupont creó la licra en 1958 y a partir de entonces los diseñadores hicieron el resto. Alexander McQueen se encargó de sacarla de su anonimato en los años 80 creando corsés con pedrería y camisones de oro que daba pena reservarlos para el interior de la alcoba. 

Calvin Klein combinó en 1994 sus famosos calzoncillos con la vestimenta de calle sin pudor a enseñar nada. Aunque hablando de enseñar, fue Kate Moss la que posó un año antes, en 1993, con un vestido completamente transparente firmado por Liza Brune que dejaba a la vista unas bragas negras como parte de su imagen pública. 

Además, también podemos admirar modelos de lencería de lujo actual de diseñadores como Stella McCartney, La Perla, Rigby & Peller o Paul Smith. La actriz Gwyneth Paltrow presta su imagen para un camisón lencero de Dolce & Gabbana que hizo las veces de vestido de gala porque, según los expertos de V&A, "hasta la más práctica ropa interior es intrínsecamente erótica". Que se lo digan a David Beckham, cuya colección de 2012 para HyM también se cuela entre los más vistos.

El estilo español lo aporta un vestido de Antonio del Castillo, jefe de diseño de Lavin, datado en 1950 e inspirado en los lunares flamencos. La marca de lencería  Agent Provocateur patrocina esta exposición cuyo precio de entrada son 12 libras.