María Guardiola (PP) y Vox ceden: las claves del pacto en Extremadura
Ni PP ni Vox ganaron en cuanto a sus pretensiones iniciales en Extremadura. Ambos se tuvieron que comer parte de sus palabras. Ganó, eso sí, el deseo de cambio político.
El deseo de cambio político que manifestaron los extremeños en las urnas del pasado 28 de mayo ganó. Ese es el titular que se puede extraer tras el pacto entre María Guardiola, del PP, y Vox en Extremadura.
Tras semanas de tensión y enfrentamiento, los populares y los de Santiago Abascal llegaron a un acuerdo de Gobierno. Ambos tuvieron que ceder. Y ninguno consiguió su objetivo original, tampoco Vox.
El PP de Extremadura da una consejería a Vox
La clara cesión a Vox por parte del Partido Popular extremeño es evidente. A pesar de la enrocada posición, hasta ahora, de María Guardiola de no incorporar a Vox en el Ejecutivo de Extremadura, tuvo que comerse su intención de gobernar en solitario.
La situación ya no daba más de sí. Tanto PP como Vox estaban en un punto de no retorno: o ambos deprimían sus metas e irrefrenables deseos de aglutinar poder político para sí o podrían perder toda posibilidad de obtenerlo en un futuro escenario de repetición electoral con saldo positivo para Guillermo Fernández Vara.
En este sentido, desde el PP, inciden a ESdiario, están satisfechos por garantizar un cambio de Gobierno en Extremadura y por lograr la Presidencia en uno los feudos tradicionales del PSOE, donde los populares obtuvieron los mismos escaños que el candidato socialista.
No solo eso, las miradas no se focalizan en el presente. También en el futuro. Cabe destacar que el debate de investidura de Murcia, de Fernando López Miras, será la próxima semana y, tras este movimiento en Extremadura, no será sencillo para Vox justificar que bloquea la toma de posesión de un presidente del PP que obtuvo casi el 43% de los votos. Sumando, por tanto, más que toda la izquierda junta.
Además, explican desde el PP a este periódico, los acuerdos no implican cesiones ideológicas. Confirman, sin embargo, una forma diferente de proceder entre el PP y el PSOE: "el sanchismo ya tendría todas las presidencias autonómicas que la aritmética le permitiera, cediendo principios y valores a socios como Podemos a cambio de conseguir el poder". El PP, en cambio, está protegiendo su ideología sin someter sus creencias a las exigencias de nadie.
Vox no consiguió dos Consejerías y cedió en la parte programática
Desde Vox también se han tenido que comer parte de sus palabras. Iván Espinosa de los Monteros, explicando sus famosas matemáticas para progres, aseguró en un tweet recientemente que, en Extremadura, Vox aportaba un 15% de apoyo a la suma PP y Vox. Ello le otorgaba la posibilidad de obtener dos Consejerías de la Junta de Extremadura. Y finalmente, es notorio, se quedó con una y con un escasísimo -por no decir nulo- peso político: la Consejería de Gestión forestal y Mundo rural.
Así, fuentes populares insisten a este periódico que el PP ofreció a Vox la presidencia de la Asamblea y un puesto más en la Mesa de la Cámara. Vox pedía, ilógicamente a su apoyo electoral cosechado en las urnas, una vicepresidencia y dos consejerías. Los de Abascal perdieron, por tanto, la posibilidad de obtener tal cargo en la Mesa de la Asamblea por su empecinamiento. Al final, la presidenta Guardiola permitió la entrada de Vox en el Gobierno con una única consejería. Todo un jarro de agua fría para Vox.
Ya no hablemos de sus cesiones a nivel programático. Tal y como incidió Borja Sémper, portavoz de campaña del PP, en el acuerdo de Gobierno, se habla claramente de los derechos de la mujer, de violencia machista y de igualdad, aspectos que más que líneas rojas, para el PP son diques de contención: “Esta es la política que defendemos”. Vox, en suma, permitió que en el acuerdo que firmó se mencionara la tan criticada, por ellos, violencia machista.
En conclusión, ninguno de los dos combatientes ganaron exitosamente la batalla por el poder y relato político. Sí los extremeños que reclaman cambio político en Extremadura. Que es lo que realmente importa en una democracia: hacer valer el deseo de los soberanos ciudadanos.