La nueva estrategia de Sánchez: un agitado clima preelectoral y la "nostalgia franquista" de PP y Vox
El líder del PSOE quiere seguir calentando el ambiente político y utilizar la baza de Franco para "colgar" a PP y Vox esa vitola de añoranza de la dictadura. Con una estrategia similar dio un vuelco a los augurios electorales en 2023.
Al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no le sonríen las encuestas. Al margen de lo que diga el CIS, los últimas sondeos publicados indican que, de celebrarse elecciones, el PSOE con Sánchez a la cabeza no podría revalidar esa inestable mayoría de investidura en la que se apoya intermitentemente el Ejecutivo, sometido a caprichos, cabreos y rivalidades entre sus socios y aliados. Esas encuestas aseguran que, de haber elecciones, el PP de Alberto Núñez Feijóo sería el que tendría en su mano poder gobernar, con la suma de sus votos y los del partido que lidera Santiago Abascal, Vox. Y ese es el punto de partida de la estrategia que ha puesto en marcha el presidente del Gobierno.
En primer lugar conviene saber que Pedro Sánchez no tiene ninguna intención de convocar unas elecciones para perderlas y, sobre todo, para precipitar su propia salida del Ejecutivo. Pero eso no significa que no esté interesado en crear un clima preelectoral, lo que coloquialmente se llama "calentar" el ambiente político. El líder del PSOE es consciente de que, a su izquierda, sus socios se han desinflado. Sumar al borde de la desaparición y Podemos sensiblemente jibarizado, el presidente del Gobierno vuelve a levantar la bandera o el banderín de enganche de "que viene la derecha, de la mano de la ultraderecha".
Por ello trata de barrer para casa y atraerse los votos de esa izquierda nostálgica que recuerda las "gestas" del PSOE de Felipe González e incluso de un iniciático José Luis Rodríguez Zapatero. Votantes que están en duda entre votar al PP -para acabar con el "sanchismo"- o mantenerse en la abstención -porque no se ha decidido aún a "transicionar" su voto, históricamente fiel al PSOE o, en su defecto, a la abstención-. A esa izquierda que convenientemente movilizada por Sánchez el 23 de julio de 2023 salió una vez más a votar al PSOE se dirige esta estrategia que, como siempre, ha ideado, según fuentes socialistas, el propio Sánchez.
Atribuir a PP y Vox una "nostalgia franquista"
Si a cada uno de esos 100 actos que conmemoran la muerte de Franco, el PP y Vox se escandalizan, eso será convenientemente utilizado en su contra y se llevará al terreno de la "nostalgia franquista". Con voz queda, el PSOE agradecerá la publicidad gratuita y el altavoz. Si el PP pica es brocha gorda, pero puede ser efectiva. Con una estrategia similar Sánchez dio un vuelco a los augurios electorales en 2023 y espera revertir la actual situación de declive del voto de la izquierda, concentrándolo entorno al PSOE y, quizás de forma testimonial, con una ligera presencia de Podemos.
La esperanza de la cúpula del PSOE, señalan fuentes de la dirección socialista, reside en que el PP no puede pactar con ningún otro que no sea Vox, porque no suma y porque, consumado el matrimonio con los de Abascal, ninguno de los independentistas, nacionalistas o soberanistas que circulan por el Congreso de los Diputados querrá sumarse a esa asociación, porque el "cordón sanitario" a Vox existe, no seamos ingenuos.
España
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Marta Gómez Montero
Sánchez está en su estrategia de confrontación con el PP, pero, por si las moscas, también está en plena "limpieza étnica" interna en el PSOE. En una estrategia de riesgo, que consiste en movilizar a sus ministros y colocarlos al frente de tantos territorios donde el PSOE está de capa caída, Sánchez pone las terminales del partido en manos de sus allegados y fieles. El riesgo consiste en colocar a "caras visibles" de un gobierno que no es ni el más popular, ni el más querido por la ciudadanía.
Sin embargo, frente a esta observación, el entorno de Sánchez esgrime sus propias encuestas que, según aseguran, certifican que, si bien el Gobierno en su conjunto, como ente dirigido por Pedro Sánchez, no cae bien, la mayoría de los ciudadanos aprueban su gestión, las leyes aprobadas y las medidas adoptadas y consideran que, les caiga mejor o peor, a ellos no les ha ido tan mal con este Gobierno.
Con esa estrategia y esos argumentos, Sánchez pretende armarse para llegar al final de la legislatura (lo más tarde posible, salvo error de la oposición que le permitiera ver una poco probable ventana de oportunidad para adelantar los comicios) con acaudillar a una unidad de la izquierda decidida a entonar nuevamente el “no pasarán”. Ese es el propósito; el tiempo dirá si Sánchez, una vez más, se sale con la suya o sale del Gobierno con estrépito.