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Chivite no puede escapar de la corrupción de Santos Cerdán: admite que trataba adjudicaciones
La presidenta de Navarra reconoce en el Senado que el ex número 3 del PSOE iba con ella a reuniones en ministerios donde se hablaba asuntos de obras públicas y niega irregularidades pese a los informes

La presidenta de Navarra, María Chivite, comparece en el Senado
La socialista María Chivite, presidenta de Navarra y maestra en el arte de mirar hacia otro lado, ha comparecido en el Senado en la comisión del caso Koldo para negar irregularidades en las obras de los túneles de Belate… aunque un informe de la Oficina Anticorrupción diga lo contrario y califique el contrato como “nulo de pleno derecho”. Pero tranquilos: según la presidenta navarra, eso no significa nada, como tampoco que el ex número 3 del PSOE ahora en la cárcel, Santos Cerdán, le acompañara a sus reuniones en ministerios.
La líder socialista navarra, indignada porque la comisión de investigación se parece a un “circo romano”, ha reconocido que hablaba con Santos Cerdán, ese socialista ejemplar que casualmente controlaba el 45% de la empresa adjudicataria, de adjudicaciones de obra para Navarra. Pero, atención, todo “en el plano político”. Claro, porque cuando se habla de contratos millonarios entre amigos del partido, es pura “amistad”.
María Chivite ha insistido en que se enteró de los tejemanejes de Santos Cerdán y de la mujer de su número dos en el PSN trabajando para la empresa beneficiada “al mismo tiempo que todo el mundo”. Eso sí, no faltó el clásico gesto de fe socialista: poner la mano en el fuego por su consejero Óscar Chivite, el mismo que se encargó de mandar al ex secretario de la mesa de contratación a un almacén sin ordenador por denunciar irregularidades. Todo un ejemplo de cómo premiar la honestidad.
Y sobre los sobrecostes millonarios, María Chivite se limitó a encogerse de hombros: “son normales en la obra pública”. Una frase que debería imprimirse en bronce en la entrada de cada ayuntamiento y consejería de España. Al final, la presidenta de Navarra lo resumió todo con la lógica más surrealista posible: irregularidades sí, pero nada ilegal. Porque en el diccionario socialista, la corrupción siempre es “un malentendido administrativo”.