EXCLUSIVA
Begoña Gómez violó normas que firmó: no usar en negocios ser esposa del presidente
Rubricó en 2018 con el IE un pacto ético para “evitar conflictos de intereses”: no utilizar en su trabajo “sus relaciones familiares para conseguir acuerdos” ni toda administración, ni firma pública o vinculada a decisiones de su esposo. El IE cortó con ella en 2022 porque quería captar fondos públicos para pymes, y eso violaba el acuerdo.

Begoña Gómez durante la clausura del 41º Congreso Federal del PSOE .
Begoña Gómez emboca la calle del humilladero: cinco delitos y dos jurados se ciernen sobre la segunda dama. Sin tocar su lucrativa connivencia con un ignominioso negocio familiar.
Sus defensores se dividen entre quienes ven una caza judicial basada en bulos y quienes admiten cierta “osada ingenuidad” en su conducta.
No hay caza. Las noticias germen del sumario, Esdiario y el Confidencial, no han sido refutadas. Y la Audiencia ha avalado la investigación de Peinado.
La Fiscalía Europea, que sustrajo la investigación de los contratos de Barrabés -bomba sumarial destapada por Esdiario y el Confidencial-, concede ya que fueron amañados.
Eso explica y confirma el anómalo crecimiento descubierto por Esdiario: su contratación estatal aumentó un 3.900% con Sánchez.
Un salto logrado bajo recomendación de Begoña Gómez -no hay indicio de tráfico de influencias tan nítido en Moncloa en toda la democracia- y piropos públicos de Sánchez a Barrabés revelados por Esdiario.
El mecenas aragonés ganaba un concurso tras otro de entidades sanchistas por oscuras puntuaciones subjetivas. Lo contó Esdiario en 2024 y lo descubre un año más tarde Hacienda.
Copaba tal riego sanchista mientras Barrabés la patrocinaba. También la cortejaron una treintena larga de contratistas u ongs vinculadas a su marido por contratos o subvenciones.
Su secretaria personal pedía fondos a dichas empresas desde Moncloa
¿Podían decirle no? ¿Se puede negar a la esposa del presidente una cátedra cuando te cita en Moncloa, hogar de tu gran financiador? Hay aportaciones que deben pedirse con capucha. Nunca por mail.
La justicia presume incompatibles sus actividades con su puesto de segunda dama. ¿Ignoraba Begoña Gómez que eran incompatibles?
Y aquí entra en juego la exclusiva que aporta hoy Esdiario: Begoña Gómez sí sabía que su actuación empresarial vulneraba la esfera de incompatibilidad ética o legal que debe guardar la esposa del presidente.
Lo sabía porque firmó unas normas éticas de conducta que posteriormente olvidó y pisoteó. Si eran excesivas, debió rechazarlas. Si eran lógicas, debió cumplirlas.
Se las impuso el Instituto de Empresa cuando la fichó en 2018. Le forzó una cláusula. Su título era meridiano. “Cláusula de confidencialidad y evitación de conflictos de intereses”.
Lo que firmó Begoña
“El Empleado [Begoña Gómez] se compromete a no utilizar de manera irregular o ilícita los contactos que pueda haber generado o que genere en el futuro como consecuencia de sus relaciones familiares para conseguir acuerdos o tomas de decisiones que puedan generar un beneficio económico para la Empresa.
Para evitar cualquier género de duda, las Partes manifiestan que entre las posibles entidades (empresas, instituciones académicas, organismos, etc.) con las que el Centro puede colaborar están excluidas las Administraciones Públicas en España y aquellas entidades participadas directa o indirectamente por alguna Administración Pública española.
Además, el Empleado manifiesta que si bien algunos de sus familiares cercanos en la actualidad ostentan cargos de relevancia pública, dichos cargos no generan ni generarán ningún conflicto para el desempeño de las funciones para el Empleado por cuanto no ejercen sus funciones públicas en los ámbitos en los que se desarrollan las actividades de la Empresa, como tampoco suponen ninguna influencia sobre las actividades de la Empresa”.
Aquí está condensado todo lo que la esposa del presidente no debía hacer, todo lo que, sin embargo, sí hizo.
Air Europa en vísperas de un rescate presidencial la recibe y acuerda patrocinarla. Se suma la Organización Mundial del Turismo, que recibe fondos y sede de su esposo. Y Barrabés, que dispara un 3.900% su facturación pública.
¿Esos jugosos contactos fueron ajenos a sus relaciones familiares? ¿Si eran contactos personales, por qué no cuajaron antes, cuando no era aún segunda dama?
¿Si firmó evitar empresas públicas, por qué forzó que la estatal Redeia patrocinara su cátedra? O que le regalara tecnología una filial de la estatal Indra.
Un elemento final fulmina su ingenuidad. Begoña Gómez muestra en 2022 su malestar con tal corsé ético.
Comunica al IE que quiere entrar en la captación de fondos públicos para pymes. IE, según fuentes conocedoras del choque, consideró que tener en nómina una conseguidora que duerme con el presidente era cruzar una línea roja.
Y cortaron la relación. De haber acatado el código ético de IE, Begoña Gómez no tendría hoy citas con dos jurados.
El sumario lo redactó ella cuando solicitó por escrito ayudas a firmas desde Moncloa y para colmo no a través no de una empleada privada suya, sino de una funcionaria; cuando se adueñó de un bien público universitario; y cuando recomendó y logró que subordinados de su marido contrataran a su mecenas.
¿Si hubiera recibido trajes y no fondos de un contratista marital, vería delito el PSOE?