EDITORIAL
Sánchez tampoco está a la altura con Venezuela: silencio cobarde
El Gobierno se niega a reconocer a Edmundo González como presidente electo y legítimo porque no es el momento, dice el ministro de Asuntos Exteriores. No tuvo las mismas dudas para reconocer a Palestina
La comunidad internacional está escandalizada con lo que está sucediendo en Venezuela. Al menos la comunidad internacional con la que un país como España debe alinearse e identificarse, porque en la Historia casi siempre hay un lado bueno y uno malo o, al menos, un lado mejor que el otro. En el caso de Nicolás Maduro y el chavismo hay pocas dudas al respecto.
Las fraudulentas elecciones presidenciales celebradas el 28 de julio, adulteradas con descaro por parte del régimen, y la posterior reacción del tirano contra la oposición han sido en realidad la gota que ha colmado el vaso. Hace mucho que Venezuela dejó de ser una democracia, comenzó a dejar de serlo el mismo día en el que Hugo Chávez llegó al poder en 2002. Entonces se inició un proceso de deterioro democrático que ha ido degenerando en un régimen tiránico, en una narcodictadura en la que los gerifaltes son multimillonarios y el pueblo se muere, a veces literalmente, de hambre y miseria y donde no se respetan los derechos humanos más elementales.
La victoria electoral de la oposición, aglutinada en torno a Edmundo González -candidato por accidente-, fue tan clamorosa como el pucherazo de Maduro. Edmundo González fue obligado bajo coacción a exiliarse en España, en una componenda en la que la Embajada española jugó un papel entre patético y humillante, con nuestro expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero como mejor aliado del régimen. Siempre a su servicio.
Han sido muchos y cada día son más los países e instituciones que han reconocido a Edmundo González como presidente electo de Venezuela. Estados Unidos, Italia, Argentina, Uruguay, Paraguay, Perú, Panamá, República Dominicana y Costa Rica ya han dado el paso. Chile, con el socialista Gabriel Boric al frente, no lo ha hecho como tal, pero sí ha retirado al embajador en Caracas para condenar el fraude electoral perpetrado por Maduro. Y el Parlamento Europeo también se sumó al reconocimiento de González como presidente electo.
Otros países como México, Brasil, Colombia y tristemente España hacen malabares dialécticos para censurar a Maduro sin reconocer a Edmundo González. Nuestro país, por sus estrechos vínculos históricos con Hispanoamérica, debería liderar la defensa de la democracia en el país caribeño, pero lejos de eso, la postura de Pedro Sánchez es la de las medias tintas.
El Gobierno se niega a reconocer a Edmundo González como presidente electo y legítimo porque no es el momento, dice el ministro de Asuntos Exteriores. No tuvo las mismas dudas para reconocer a Palestina como una nación, yendo contracorriente de la Unión Europea. Sánchez necesita un poco más de determinación y valentía para reconocer a González y condenar a Maduro sin paliativos, una medida que, es cierto, le causaría problemas con sus socios de Podemos y Sumar. Y como Sánchez nunca actúa conforme a parámetros morales sino defendiendo exclusivamente su propio interés, la esperanza de que España dé el paso y condene a Maduro se desvanece casi por completo. Así es nuestro presidente, no le vamos a pedir peras al olmo.