San Malaquías y Nostradamus vuelven a pinchar

Miles de personas asisten a la elección del nuevo Papa en la Plaza de San Pedro.
Ha sido elegido un nuevo Papa. Y, para sorpresa de algunos—y para tranquilidad de todos— el mundo no se ha desmoronado, los cielos no se han abierto y, que sepamos, no ha empezado el Apocalipsis.
Y no es que una se tome en serio las profecías, pero hay que reconocer que los nombres de San Malaquías y Nostradamus han estado flotando por ahí como si fueran jefes de sección de los boletines del Vaticano. Que si “el Papa negro”, que si “el fin de los tiempos”, que si “Pedro el Romano” iba a cerrar la puerta con llave y apagar la luz…
Pues bien, nada de eso. Lo único que ha pasado es lo que pasa siempre: fumata blanca, emoción y un Papa nuevo, norteamericano por más señas, que ha elegido el fiero nombre de León, quizá porque sabe que va a tener que lidiar con un mundo complicado y liderar una Iglesia que todavía tiene muchas cosas que cambiar pero también otras muchas que proteger.
Así que hoy toca respirar tranquilos. No hay trompetas del juicio final. Solo un calendario que sigue avanzando. Y si alguien esperaba fuegos artificiales apocalípticos, va a tener que conformarse con una realidad que pasa por la confirmación de que ni San Malaquías ni Nostradamus tenían línea directa con el Espíritu Santo.