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Ábalos intenta destruir pruebas, pero el juez lo deja en libertad: difícil de entender

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No ha colaborado con el juez, ni ha tirado de la manta, ni ha aportado nada nuevo. José Luis Ábalos se ha limitado a negarlo todo, hasta lo más evidente, los audios que le grabó Koldo García. Y unas horas después de declarar se ha marchado como llegó, en un taxi y en silencio. Y libre, claro, porque el juez Leopoldo Puente ha desestimado la solicitud de varias acusaciones populares de enviarle a prisión provisional.

Resulta difícil de entender la decisión. La prisión preventiva no es un castigo ni una forma de presionar a un investigado, eso está claro, pero sí se puede y se debe dictar cuando se cumple alguna de estas tres circunstancias: riesgo de fuga, posibilidad de destrucción de pruebas o capacidad de reincidir en el delito. Está claro que la última, la reincidencia, no se da en este caso, pero las otras dos son mucho más discutibles.

Si las pruebas contra el exministro son mayores cada día y los delitos más graves y numerosos, se puede concluir que el riesgo de fuga aumenta porque la perspectiva de pasarse años en prisión puede hacerle pensar en la fuga. Y más aún si se sospecha que Ábalos tiene dinero de la corrupción en el extranjero. En todo caso, parece que el juez considera suficiente quitarle el pasaporte y prohibirle abandonar España. Es discutible. Lo que parece menos discutible o se entiende peor es el supuesto de destrucción de pruebas. No hay que especular con la posible intención de Ábalos de destruir pruebas. Es un hecho.

Lo intentó hace unos días cuando la UCO registró su domicilio en Valencia y cazó a su amiga, la actriz porno, tratando de sacar de la casa un disco duro oculto en sus pantalones. El exministro trataba de impedir que los agentes de la Guardia Civil se hicieran con esas pruebas. Y no hay nada que haga pensar que si tiene más material no intentará hacer lo mismo.

El riesgo de que oculte más discos duros y pueda intentar deshacerse de ellos es real y resulta complicado entender que el juez no le mande a prisión, teniendo en cuenta además que parece que no tiene intención alguna de colaborar con la justicia, delatar a otros, asumir su responsabilidad y, en definitiva, tirar de la manta.

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