| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Bildu, acorralado por Podemos, duda entre la violencia para mantener la unidad en sus filas y vender al sistema su intermediación para impedir más violencia.
Bildu, acorralado por Podemos, duda entre la violencia para mantener la unidad en sus filas y vender al sistema su intermediación para impedir más violencia.

Bolonia, 3+2, LOMCE, o simplemente kale borroka batasuna

Ha vuelto la violencia abertzale. Abiertamente, kale borroka. En proyecto, otro terrorismo. Pero políticos sin principios aceptan pagar a los enemigos de España por una paz que no existe.

| Pascual Tamburri Opinión

En los meses que llevamos de legislatura, muchas cosas han cambiado en Navarra. Pero las que más han dado que hablar no han sido para nada sorprendentes. El Gobierno de Geroa-Bildu-Podemos, con IU de sujetavelas, ha maltratado la enseñanza en castellano y en inglés, dando privilegios a las clases en vascuence aunque sólo una minoría las pide. Poco a poco, se busca imponer el modelo D, con todo su contenido más ideológico que lingüístico. El Gobierno de Barkos quiere ikurriñas en los edificios oficiales navarros. El Gobierno de los abertzales quiere una Navarra laika. El Gobierno del kanvio de los batasunos quiere más impuestos. El Gobierno que financió el PNV quiere una Navarra más cerca de su comunidad autónoma.

Pero nada de eso puede sorprender. Al menos, son sinceros y coherentes. Todo eso está en sus programas y en su naturaleza, y ellos, a diferencia de otros, sí tratan de un modo u otro de cumplir con los suyos, los que les votaron, los que militaron con ellos. Hay que ser un auténtico creyente en la casta de los partidos del sistema para sorprenderse, como si los batasunos fuesen tan volátiles como el centroderecha contra el aborto o los jeltzales tan poco firmes como el centroizquierda contra los despidos.

La gran excusa oficiosa para aceptar todo eso en Navarra –incluyendo esa compleja mayoría parlamentaria anti-española que debemos a los miopes que impidieron a Ciudadanos tener representación- es que “la paz ha llegado”. Vamos, que volvería mágicamente la convivencia como antes de los asesinatos y crímenes de ETA y como antes de la violencia callejera de su chusma de todas las edades. Por supuesto, el argumento era necio en sí mismo: ETA ha dejado de matar porque policialmente la machacaron cuando se pusieron seriamente a ello y con voluntad política, no por magnánima concesión de los asesinos. Y sus polluelos en las calles y las instituciones, que si usaban la violencia era porque no se les aplicaba debidamente la potencia del Estado, dejaron en parte de molestar porque creían que electoralmente les convenía.

Con lo que estamos viendo las últimas semanas ni siquiera esa mala excusa, válida sólo para almas cándidas, huérfanas de su Transición y dispuestas a creerse casi cualquier cosa, ha dejado de existir. No se paga a costa de todos por el simple cumplimiento de la Ley, sea cual sea el ejemplo del beato Suárez, ni se reelabora la Ley para que la cumplan; pero pagar sin que la cumplan, otra vez, es de masoquistas.

En marzo de 2016 hemos visto en las aulas y calles de Pamplona, en sus formas clásicas, kale borroka. Violencia callejera, a modo de guerrilla urbana, con la excusa que toque cada vez pero siempre con el mismo origen (los dirigentes batasunos y sus varias siglas) y la misma meta (el control social de Navarra y la imposición del nacionalismo marxista). Con la excusa del cambio de legislación y de programación, tanto en Secundaria como en la Universidad, reaparecen con golpes, barricadas y detenidos los viejo conocidos del mundo proetarra de Ikasle Abertzaleak. ¿Les importa de verdad el plan mal llamado de Bolonia o la duración de los grados y de los master? No parece; pero, hoy como ayer, usan esa etiqueta para trata de unir sus huestes, de movilizar simpatías a su favor (y que no se les escapen) y de mostrar poder de acción en público.

Como hace 15 y 20 años, Ikasle Abertzaleak usa la violencia, causa daños, tiene detenidos, al terminar culpa de su violencia a los policías que, muy limitados, trataron de contenerla, y eleva a sus detenidos, tras violar el Código penal, a víctimas de la represión. El juego completo. La mayoría, contraría a su fondo y a sus formas, no reacciona o aún no sabe cómo hacerlo. Para una parte de jóvenes, es atractivo lo que hacen, sea en fondo sea en forma. Y esto permite al mundo abertzale usar sus armas de siempre para mantener unido y en paz su propio rebaño y amedrentar a los de los demás, cuando no robar ovejas en ellos.

Tiene su dudosa gracia que en el curso de la violencia abertzale pamplonesa haya sido atacado incluso…  el Ayuntamiento, presidido ahora por Bildu a través del eximio intelectual Joseba Asirón. Será que dentro de la izquierda abertzale las corrientes chocan; será simplemente la tradición de la tribu de identificar a las instituciones con el enemigo, como si las instituciones no fuesen ahora de ellos. O será, sencillamente, que para variar fumaron lo que no debían y perdieron en parte el control de la mesnada. Resultado, cuatro menores detenidos, heridos, material policial robado, la UPNA en parte ocupada, el Ayuntamiento atacado y sobre todo un mito del “proceso” definitivamente quebrado: aquí no hay paz.

Puede que vuelvan al redil, o puede que vuelvan donde antes, a quemar coches y cajeros y demás. Pero el antes llamado MLNV ya no puede vendernos ni cobrarnos que gracias a su benevolencia tenemos paz. Ante todo, no hay paz. Y además, la que haya si la hay se la deberemos a las Fuerzas de Seguridad del Estado en defensa de esa Nación española que la Constitución no crea, sino que reconoce como preexistente y premisa necesaria de  la convivencia en paz, libertad y ley.

Si con la tribu juvenil y llamémosla estudiantil ya es así, qué no será con los mayorcitos. Claro que cómo va la consejera Beaumont a hacer, decir o pensar nada contra sus hermanos de fe abertzale, sean de la edad que sean; y cómo va el consejero Mendoza a investigar de qué centros educativos salieron esos menores a esas horas, a atacar a la Policía.

Simplemente con violencia juvenil, estudiantil o terrorismo callejero ya deja de valer cualquier razonamiento, exigencia o rendición en nombre de la paz, que no valdrían de todos modos. Pero imaginemos qué cara se les puede poner a todos estos si, además, los grupos abertzales como ATA o IBIL perseveran en su idea de que hay que retomar el terrorismo “de mayores” y nadie los detiene. Bildu, acorralado entre el poder y ese maldito Podemos que le roba el pan del morral, dudará entre estimular la “militancia directa” para mantener al menos la ilusión, el orden y unidad en sus filas y vender a los partidos del sistema, otra vez, su intermediación para impedir más violencia. Pero esta vez nadie puede ignorar que pagar las nueces del árbol es, además de ridículo, una traición.