| 29 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y el líder del PP y candidato a la Presidencia del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo.
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y el líder del PP y candidato a la Presidencia del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo.

¿La clase política española es honesta?

Una pregunta repetida muchas veces entre los ciudadanos de a pie y que en momentos tan cruciales como el actual cobran más sentido que nunca, retratando a unos y ensalzando a otros.

| Eugenio Narbaiza Opinión

Si hay un elemento imprescindible en el ejercicio de la democracia es la honestidad de sus políticos. Ellos son portadores de la representación de los ciudadanos expresada en las urnas. Esta honestidad se refleja en el cumplimiento de un contrato político de parte, en el que el ciudadano con su voto da el visto bueno al modo de gobernar que le presenta el político y que se supone cumplirá a lo largo de cuatro años de legislatura.

En el caso de España, lo que se está comprobando en los últimos tiempos y particularmente en el inicio de la presente legislatura, es que este principio básico del ejercicio de la política en democracia ni existe ni se cumple. Parte de la clase política deja de lado la honestidad, deja de lado la honradez política y demuestra poca dignidad al ejercer la política para un único fin: el poder por el poder.

Para ello, no dudan en saltarse las leyes establecidas en una Constitución, no explicar su verdadero proyecto político en el que participan partidos políticos cuyos líderes han sido condenados por sedición, además de apoyarse en el brazo político de una banda terrorista “que ya no mata”. Tampoco resulta gratificante para una democracia, y menos desde la honestidad política, la falta de respeto a las instituciones. Y es que no se puede vulnerar lo establecido por las leyes y permitir algo no aprobado por todos, como es el caso de la utilización de los idiomas cooficiales en el parlamento.

O el desprecio hacia la figura del candidato designado a la presidencia del gobierno por el Jefe del Estado, no participando en el debate o lo que es peor y ocultando la realidad de sus intenciones políticas a la espera de que le digan que tiene que pasar por alto desde la eliminación de la separación de poderes, desde la discriminación política a una parte de los españoles o desde la anulación de delitos cometidos por personas condenadas desde la justicia. Todo ello sólo por mantenerse en el poder.

La honestidad política no puede permitir que una Constitución votada por todos los españoles pueda ser ninguneada simplemente para mantenerse en el poder, porque esto supondría romper con los principios generales de una democracia ni tampoco puede aceptar que se liquide el sentido de la justicia como elemento de defensa de un Estado de Derecho.

 

Lo que sí resulta honesto, gratificante y esperanzador es que ante esa falta de honestidad de parte de los políticos españoles, en esa misma Cámara Legislativa surja una voz, en este caso la de Alberto Núñez Feijóo, que ponga las cosas en su sitio y le recuerde a la portavoz del grupo parlamentario que representa al brazo político de una banda terrorista, que ha sido condenada por enaltecimiento del terrorismo.

Y lo haga diciéndole cosas que toda la sociedad piensa y que parte de la clase política no quiere recordar porque parece que han dejado atrás el hecho de que alguno de esos actores de la clase política ha llevado en sus hombros a compañeros asesinados por el mero hecho de defender con honestidad LA LIBERTAD, LA CONSTITUCIÓN Y LA DEMOCRACIA.

¿Si esta legislatura está evidenciando ser un fraude y si parte de la clase política demuestra una falta de honestidad política, qué será lo siguiente?