Una nutricionista alerta sobre el error de conservar comida en latas abiertas: "Lo ideal es pasarlo a un tarro de cristal que se pueda cerrar"
Según los expertos en salud y alimentación, dejar la comida en la misma lata altera su sabor y podría poner en riesgo tu salud.

Conservar el contenido en la misma lata abierta, como en la imagen, es un error común que puede afectar la calidad del alimento.
Los expertos en salud y alimentación no solo se preocupan por qué o cuánto comemos, sino también por cómo conservamos los alimentos para mantener su calidad y seguridad. Las conservas, de hecho, son una opción saludable y práctica para tener siempre a mano, como demuestra esta selección de conservas imprescindibles que no deberían faltar en tu despensa por si acaso necesitas una comida rápida, nutritiva y segura. Pero hay un gesto cotidiano que muchos repetimos sin pensar: abrir una lata de atún, de maíz dulce o de tomate triturado, usar una parte, y dejar el resto en la misma lata, directamente en la nevera. Total, piensas, lo usaré en uno o dos días, no pasa nada. Pero esa costumbre tan común —y aparentemente inocente— podría estar alterando el sabor de los alimentos y, lo que es más preocupante, comprometiendo su seguridad alimentaria.
Guardarlo de esta forma puede parecer práctico, pero lo cierto es que no es ni lo más higiénico ni lo más recomendable desde el punto de vista nutricional. Con el paso del tiempo, los materiales con los que están fabricadas las latas pueden empezar a desprenderse y migrar al alimento, algo que no solo altera su sabor, sino que también puede comprometer su seguridad. Especialmente si la lata ya ha sido abierta y está expuesta al aire y a los cambios de temperatura.
"Si dejamos la lata abierta, el alimento podría estropearse antes y cambiar de textura, sabor y olor", explica la nutricionista Laura Jorge. Es decir, no solo se trata de evitar posibles contaminaciones, sino también de preservar el alimento tal y como lo compramos: con su textura original, su sabor intacto y sin olores desagradables al abrirlo pasados dos días.
Y no queda ahí la cosa. Como añade la experta, “también puede caerle algo de la nevera y contaminarlo”. Un alimento abierto y sin protección es una invitación a que se mezcle con olores de otros productos, se derrame su líquido o, incluso, acabe expuesto a restos que puedan caer desde una balda superior.
¿Entonces qué hacemos con lo que sobra?
Lo ideal, según Laura Jorge, es pasar el contenido de la lata a un táper o a un recipiente de cristal que se pueda cerrar bien. Si el alimento venía con líquido de conservación —como ocurre con las aceitunas, el maíz o algunas legumbres—, lo ideal es incluir también ese líquido. “Si no queda salmuera, puedes añadir un poco de agua con sal para evitar que el alimento se reseque o pierda sabor”, sugiere la nutricionista.

Una buena forma de evitar el error de conservar comida en latas abiertas es trasladarla a tarros de cristal herméticos.
Los recipientes herméticos son una de las mejores inversiones que puedes hacer en tu cocina: no solo sirven para conservar mejor los alimentos, sino que ayudan a organizarlos, identificarlos de un vistazo y evitar el desperdicio. Además, el cristal tiene la ventaja de no retener olores ni pigmentos, y es más resistente a largo plazo que el plástico.
Conservar bien también es una forma de comer mejor. En un momento en el que cada vez prestamos más atención a lo que comemos, cómo lo cocinamos y de dónde viene, también deberíamos prestar atención a cómo lo conservamos. Al fin y al cabo, de poco sirve comprar alimentos saludables si luego los almacenamos de una forma que puede deteriorarlos o incluso hacerlos inseguros.
Y aún menos si, además, ignoramos su fecha de caducidad: algunos alimentos frescos pueden suponer un riesgo real para la salud si se consumen fuera de plazo. Aquí te contamos cuáles son los alimentos caducados más peligrosos.