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Perder los dientes podría ser una advertencia letal, según un nuevo estudio

Investigadores chinos descubren una relación entre la velocidad de pérdida dental y el riesgo de muerte en personas mayores.

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La pérdida de dientes podría ser algo más que una molestia asociada al paso del tiempo. Un estudio reciente de la Universidad de Sichuan (China) ha encontrado que las personas mayores que pierden dientes con rapidez presentan un riesgo significativamente mayor de mortalidad que aquellas que los mantienen durante más tiempo. El hallazgo, publicado en la revista BMC Geriatrics, sugiere que el estado bucal podría ser un reflejo directo de la salud general y una señal de alerta temprana ante otras enfermedades graves.

Los resultados no apuntan a que quedarse sin dientes sea una causa de muerte en sí misma, sino a que los mismos factores que deterioran la boca pueden afectar al resto del organismo. En otras palabras, los dientes podrían estar avisando antes que ningún otro órgano de que algo va mal.

La velocidad con la que se pierden dientes importa

El equipo analizó datos de 8.073 personas mayores durante un periodo medio de 3,5 años. A cada participante se le registró no solo cuántos dientes conservaba, sino a qué ritmo los iba perdiendo. Los resultados fueron claros: quienes sufrían una pérdida dental más rápida tenían un mayor riesgo de mortalidad por cualquier causa, incluso después de ajustar por edad, sexo, nivel educativo, ejercicio físico o consumo de alcohol y tabaco.

La clave, según los investigadores, no está solo en la cantidad de dientes, sino en la progresión. Una caída repentina del número de piezas puede revelar procesos inflamatorios, deficiencias nutricionales o enfermedades sistémicas que todavía no se han manifestado plenamente. El estudio plantea que seguir la evolución dental podría ayudar a los médicos a detectar a tiempo a pacientes en riesgo.

El estudio plantea que seguir la evolución dental podría ayudar a los médicos a detectar a tiempo a pacientes en riesgo.

Una boca sana, un cuerpo más resistente

La relación entre la salud bucal y la salud general no es nueva. Estudios previos ya habían asociado la enfermedad periodontal (una infección crónica de las encías) con problemas cardiovasculares, diabetes e incluso deterioro cognitivo. Pero hasta ahora, no se había cuantificado de forma tan clara la conexión entre la velocidad de la pérdida dental y la esperanza de vida.

Los investigadores apuntan a que la inflamación sistémica podría ser el hilo conductor. Cuando la boca sufre infecciones recurrentes, el sistema inmunitario se mantiene en alerta constante, lo que eleva el riesgo de enfermedades inflamatorias crónicas. A ello se suma el impacto de una dieta más pobre: las personas con menos dientes tienden a evitar alimentos duros o fibrosos, reduciendo la ingesta de proteínas, vitaminas y minerales esenciales.

Un marcador silencioso de otras enfermedades

El estudio subraya que la pérdida de dientes no mata, pero puede delatar problemas más profundos. En muchas ocasiones, detrás de una dentadura deteriorada hay diabetes mal controlada, obesidad, estrés o deficiencias inmunológicas. La boca actúa como un espejo del organismo, y su deterioro puede ser un marcador temprano de fragilidad general.

El equipo chino propone incluir el seguimiento dental en las revisiones médicas de rutina, sobre todo en mayores de 60 años. Un control regular del número de dientes (y de la velocidad a la que se pierden) podría convertirse en una herramienta sencilla y eficaz para estimar el riesgo de mortalidad y prevenir enfermedades antes de que avancen.

Lo que viene: nuevos dientes y nuevas terapias

Lejos de ser una condena inevitable, la ciencia avanza hacia soluciones innovadoras. En los últimos meses, varios laboratorios han probado con éxito dientes cultivados en laboratorio y medicamentos capaces de regenerar piezas perdidas, tecnologías que podrían revolucionar la odontología en la próxima década.

Mientras tanto, los expertos recomiendan medidas simples: cepillarse dos veces al día, evitar el tabaco, acudir al dentista regularmente y mantener una dieta equilibrada. Son hábitos que no solo conservan la sonrisa, sino que, según la ciencia, podrían alargar la vida

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