| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Casado y Bonig miran cómo derrotar al Botánic, aunque su perspectiva es diferente
Casado y Bonig miran cómo derrotar al Botánic, aunque su perspectiva es diferente

La devotio de Isabel Bonig para cumplir el sueño de Casado con Mazón

"Me voy para dejar paso a las personas que gozan del beneplácito de Génova", ha dicho Bonig una vez el presidente nacional del PP le ha mostrado la senda del adiós a la primera línea

| H.G. Edición Valencia

Publio Decio Mus y Tito Manlio Imperioso Torcuato han pasado a la historia como los cónsules romanos que se impusieron en segunda guerra latina gracias a la devotio del primero. Su acción se convirtió en máximo exponente de la épica de Roma y quedó consagrada como el mayor sacrifico personal que puede hacer un líder en beneficio del imperio.

Ambos, en la noche previa al combate y cuando estaban acampados frente al enemigo cerca de Capua, coincidieron en el mismo un sueño, que, a modo de augurio, refería que el ejército cuyo general muriera en combate junto a sus hombres alcanzaría la victoria. A la mañana siguiente  acordaron que quien comandara el ala que flaqueara primero en la lucha debía consagrarse a sí mismo y al ejército rival a los Manes para lograr el triunfo.

El destino quiso que fuera el ala izquierda, comandada por Decio, la que comenzó a ceder. Sin dudarlo se abalanzó junto a sus tropas contra el grueso del ejército enemigo y pereció en combate. Pero Roma ganó la batalla, y su nombre y, sobre todo, su gesta, su devotio, pasó a la historia y fue en diferentes ocasiones posteriormente emulada.

Isabel Bonig podría ser una digna heredera del espíritu de Decio. No ha mencionado este jueves, en su comparecencia de despedida, sueño alguno; no obstante, cual general romano con su imperio, ha antepuesto el destino de su partido, "del que he sido, soy y seré militante", al suyo propio. No ha buscado excusas ni atajos. No ha aludido a las manidas retiradas por "asuntos personales" tan habituales en la política en personajes defenestrados que carecen del coraje para admitir su destino.

 

"Creía que tenía la confianza, pero se me dijo que no. Entenderían que hay un mejor candidato", ha indicado Bonig. Por ello, para "huir de esos egoísmos y pensando en las siglas y en la situación tan complicada y difícil" no se podía "ir a un choque y una guerra". "No ha sido una decisión fácil, ha sido muy difícil, pero creo que ha sido coherente", ha añadido.

Pablo ha hablado

Tampoco Decio quería realizar un ataque suicida en la batalla contra el grueso del ejército enemigo, pero tanto él como Manlio entendían, por sus sueños, que "Roma ha hablado", frase incontestable. Como los designios de Pablo Casado, actual presidente del PP. Una vez le ha retirado la confianza a Bonig, su suerte estaba echada. Pablo había hablado. Como pudo comprobarse el lunes con la escueta y sepulcral nota de su partido anunciando la renuncia de Bonig sin que ella hubiera dicho una palabra al respecto.

 

Eso sí, faltaba comprobar cómo corría esa suerte. Este jueves Isabel Plácida también ha hablado. Ha dejado claro que se marcha "a su pesar" y "con pesar" porque le hubiera gustado volver a tener una "segunda oportunidad" de recoger el fruto de un trabajo que ha defendido y del que se encargó en los momentos más duros. Y se va porque se lo pide el propio presidente del partido, Pablo Casado, "elegido democráticamente por la militancia".

Acepta su destino, sin, según ha recalcado, esperar nada a cambio, como Decio. Con honor. "No entré en política por cargos. Entré por convicción y por principios. Fui consiguiendo cargos porque la gente ha confiado a mi. No pido absolutamente nada", ha recalcado.

La encuesta de Bonig

Decio había logrado previamente una brillante victoria contra los samnitas. Bonig, como ha recordado hoy, estuvo a "4.311 votos" de conseguir gobernar con Vox y Ciudadanos en esta legislatura. Más aún, una encuesta interna a la que ha aludido le daba empate técnico con el PSPV-PSOE el pasado mes de abril, incluso con una ligera ventaja en voto porcentual.

No obstante, los deseos de la todavía presidenta del PPCV no son lo principal, como tampoco la supervivencia de Publio Decio. El destino de ambos está supeditado a intereses superiores y así entienden su sacrificio. "Me voy para dejar paso a las personas que gozan del beneplácito de Génova" y que tengan la "misma oportunidad" que tuvo ella, ha defendido.

Sin reproches ni excusas. Con su honor por estandarte. Con los colores de su partido como emblema vital. Con el objetivo de derrotar al enemigo de su causa (en este caso, el Consell del Botànic) como prioridad absoluta, aunque eso suponga caer en combate. Con una devotio en el más puro sentido épico para cumplir el sueño de Pablo Casado: que su otro cónsul valenciano y favorito, Carlos Mazón, sea presidente de la Generalitat.   Salve, Isabel Bonig.