| 27 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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La consellera Mireia Mollà en la feria de Berlín.
La consellera Mireia Mollà en la feria de Berlín.

Narajitas valencianas y ¡au!

Pero si el patinazo de la consellera agrícola/ae es memorable como despropósito, no lo es menos el empujón al abismo que le dio la vicepresidenta, y compañera de partido Mónica Oltra.

Mireia Mollà, es la actual consellera del Gobierno Valenciano, con más carteras que un colegio de pago: Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica. Hija de Pascual Mollà, político eurocomunista que se pasó a la izquierda nacionalista, Mireia ha mamado la cosa pública desde que echara los primeros molares, y actualmente, como primera amazona de Mónica Oltra (Compromís) en el sur de la Comunitat, ejerce en el Consell su cuota de poder dentro del tripartito dominante.

Los políticos como los circos no se pierden una feria que se precie. Así que, acompañando al Molt Honorable, la ilicitana Mollà se nos fue a la Feria de Berlín para “turistuear” a cargo del contribuyente y hacer patria del “che que bo”.

La consellera saltó con la infeliz e intimidatoria frase que se ha hecho viral

Mejor esta vez se hubiera quedado en casita porque su frase correctiva al señor que promocionaba exprimidores de frutas, y lógicamente como quien vende coches no tiene por qué saber de dónde procede la gasolina, el gasoil o la electricidad combustibles, a una pregunta de la comitiva sobre la procedencia del cítrico, respondió con que no sabía si eran de los feraces huertos valencianos, de las vegas sevillanas o, vaya usted a saber, de la apretada competencia marroquí. Ante esta imperdonable inconcreción del vendedor, la consellera saltó con la infeliz e intimidatoria frase que se ha hecho viral y portada noticiera, empezando por este diario que dio la exclusiva, para su desdicha y la nuestra advirtiéndole al demandado representante de maquinaria alimentaria: “Eso no lo digas, di que sí que son valencianas y au.”.

Autoritarismo de Fräulein Rottenmeier, patrioterismo de aquel “naranjito” González Lizondo, estufido atemorizante (toda una consellera versus vacilante vendedor en la Fruit Logistic), rematando con que: “Nadie lo va a comprobar”. Mujer, ya sabemos que los naranjeros andaluces no van a mandar hasta la Puerta de Brandenburgo a Sherlock Holmes con su lupa, ni al escéptico Colombo o al gastrónomo detective Carvallo para comprobar si el zumo resultante proviene de las naranjas de Bigastro, consideradas desde el siglo XIX las mejores de España, de la fértil Safor, la Navelate de Vinaroz… ; ni tampoco a escudriñar a cualquier exportador alemán, posible proveedor de la marca valenciana de utillajes coquinarios, que tenga a bien acudir a la lonja hortofrutícola berlinesa trayendo para su negocio la mejor relación calidad/precio independientemente de la etiqueta de procedencia frutal.

Tan es así semejante antología del disparate, que la bella consellera tuvo que pedir perdones públicamente por “unas palabras totalmente desafortunadas” (sic), después que Asaja, la más fuerte asociación de agricultores, y por supuesto, la oposición en pleno, se le echaron encima pidiendo su dimisión o, como mínimo retracto público y notorio como más duro purgante para cualquier político/a.

Pero si el patinazo de la consellera agrícola/ae es memorable como despropósito, el empujón al abismo que le dio la vicepresidenta, y compañera de partido Mónica Oltra, echándole la culpa a los constructores del artilugio: … “lo lógico es que un fabricante de exprimidores valenciano utilice naranjas valencianas, que por otro lado son las mejores del mundo como todos sabemos”. ¿Todos? Pregúnteles a los californianos, a los chinos de donde procede la mandarina, o a los sicilianos tan despectivos con cualquier cítrico que no sea suyo; por no hablar de otros competidores brasileños o de todo el norte de África.

Con la excusatio de Mireia Mollà hubiera valido (o paliado) para remendar el descosido berlinés, pero ha tenido que venir la ínclita “molt rebonica” Mónica Oltra, hoy atacada-imputada de los nervios por los tribunales acusando a su exmarido de presuntos abusos sexuales, la que acabó desgarrando tan chapucero zurcido exculpatorio por mor de una de sus habituales “Incontinentia Suma” (Monty Python).

 

“Me gusta cuando callas, porque estás como ausente”, escribió Pablo Neruda. Y ya musicados esos magníficos versos debería dedicárselos la metepatas consellera a nuestra bocazas vicepresidenta con la dedicatoria: “no me ayudes que es peor”.