Las 3 comunidades autónomas españolas donde recoger setas sin permiso puede acabar en multa (de hasta 100.000€)
Castilla y León, la Comunidad de Madrid y la Comunidad Valenciana son los únicos territorios con regulación obligatoria para recolectar setas en ciertas zonas

La recolección de setas silvestres exige el uso de cestas ventiladas y, en muchas zonas de España, también un permiso oficial.
Con la llegada del otoño, la fiebre micológica vuelve a apoderarse de los bosques españoles. Cesta en mano, miles de aficionados se lanzan a buscar níscalos, boletus o amanitas sin saber que, en algunas comunidades autónomas, esta actividad aparentemente inofensiva puede terminar en una sanción de hasta 3.000 euros o más si se realiza sin la autorización pertinente.
Aunque muchas regiones simplemente recomiendan buenas prácticas y respetar el entorno, solo tres comunidades autónomas exigen un permiso obligatorio para recoger setas, ya sea en todo su territorio o en zonas naturales protegidas. El objetivo: proteger los ecosistemas micológicos, evitar la recolección masiva con fines comerciales y asegurar una práctica sostenible.
Estas son las únicas tres comunidades donde salir a por setas sin permiso puede acabar en multa.
Castilla y León: la comunidad más estricta y pionera en control micológico
Castilla y León cuenta con la red micológica más estructurada del país, gestionada por el programa Micocyl, que regula el acceso a decenas de acotados. Aquí es obligatorio contar con un permiso incluso para autoconsumo, y la recolección sin autorización está tipificada como infracción.
Las sanciones pueden alcanzar hasta 100.000 euros en casos graves (como recolección comercial sin licencia o daños al entorno). Además, los permisos establecen límites diarios de recogida, la obligatoriedad de usar cestas aireadas (no bolsas de plástico), llevar el DNI encima y respetar las especies protegidas.
Madrid: multas de hasta 3.000 € dentro del Parque Nacional de Guadarrama
En la Comunidad de Madrid solo es obligatorio el permiso si se recolecta en el interior del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, donde está expresamente prohibido recolectar setas sin autorización. Las multas por incumplir esta norma oscilan entre 1.001 y 3.000 euros, según recoge la normativa de espacios protegidos.
Fuera del parque, no se exige permiso autonómico, pero sí es necesario contar con el consentimiento del propietario si se accede a terrenos privados. Algunos municipios —como Miraflores de la Sierra, Soto del Real o Manzanares el Real— han creado sus propios cotos micológicos regulados.
Comunidad Valenciana: sin permiso hasta 6 kg, pero con sanciones si se supera
En la Comunidad Valenciana, no se requiere permiso para la recolección de setas si se hace para autoconsumo y no se superan los 6 kg por persona y día. Para recoger más de esa cantidad o con fines comerciales, sí es necesario contar con autorización expresa.
La normativa establece que, en caso de superar esos límites, se podrían imponer multas de más de 1.000 euros e incluso llegar hasta los 100.000 euros en supuestos graves, especialmente si hay daños al medio natural o se recolectan especies protegidas.
También se exige respeto absoluto al entorno, a la propiedad privada y el uso de cestas abiertas que favorezcan la dispersión de esporas.
¿Y el resto de comunidades?
Aunque en Cataluña, Galicia o Andalucía no existe actualmente una exigencia autonómica de permisos obligatorios, muchas de ellas publican recomendaciones, limitan la cantidad diaria (normalmente entre 3 y 6 kg) o establecen restricciones en espacios protegidos o montes públicos. Algunas, como Aragón, Asturias, La Rioja o Navarra, han desarrollado redes locales de acotados con licencias puntuales. En Aragón, el Parque Micológico de la Sierra de Albarracín, la Sierra de Algairén y áreas en la Sierra de Gúdar. En Asturias, en el concejo de Pesoz. En La Rioja, Micomoncalvillo o en la Sierra de Cebollera. En Navarra, el Parque Micológico de Ultzama o el Valle de Erro.
La clave está en informarse siempre antes de salir al campo, respetar la flora, no usar bolsas de plástico y nunca recolectar sin saber si la especie es comestible. Porque, más allá de las multas, lo que está en juego es el equilibrio de nuestros ecosistemas y la seguridad del recolector.