| 28 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Lydia Valentín hace su mítico gesto en el día de su despedida.
Lydia Valentín hace su mítico gesto en el día de su despedida.

Se despide una leyenda: adiós a Lydia Valentín, la reina de la halterofilia

Una lesión de cadera obliga a la retirada de una de las mejores deportistas de nuestra historia: tres medallas olímpicas y cuatro mundiales la avalan. Se marcha a los 38 años.

| Agustín Díaz Actualidad

Hay palabras que al escucharlas te traen directamente a la mente la figura de una persona. En este caso, un deporte que al escuchar su complicado nombre te hace pensar en una deportista en concreto. Halterofilia y Lydia Valentín siempre irán unidos. Y Lydia Valentín a la etiqueta de leyenda de nuestro deporte. Tres medallas olímpicas (oro, plata y bronce), cuatro en los mundiales (dos oros, una plata y un bronce) y 12 en los campeonatos europeos (con 4 oros) avalan una trayectoria plagada de éxitos y que ha traído a primera plana un deporte tan minoritario como el levantamiento de pesas.

La de Ponferrada ha anunciado oficialmente este jueves su retirada a los 38 años, condicionada por una lesión en la cadera que lleva tiempo arrastrando y que no le permite estar al cien por cien. Una decisión médica totalmente contra su voluntad, ya que su sueño era llegar a París 2024 para despedirse compitiendo y a lo mejor siendo la abanderada del equipo olímpico español en los que hubieran sido sus quintos Juegos Olímpicos. Pekín, Londres y Río disfrutaron de una deportista única.

La haltera española Lydia Valentín besa sus medallas olímpicas el día de su despedida

Única como su forma de celebrar las victorias, con su inolvidable corazón que hace con las manos y que quedará en el recuerdo como su marca personal. O su cinta rosa y su cinturón con la imagen de Hello Kitty. La última vez que la vimos fue en Tokio en 2021 donde compitió infiltrada y no pudo terminar. Se marcha obligada pero no ha querido una despedida triste, ya que asegura irse “muy feliz” y “agradecida” por conseguir más de lo que nunca imaginó.

Puse mi deporte en lo más alto del mundo e hice historia en mi país. Me gustaría que se me recordara como una leyenda que lo ha conseguido todo desde un país que no es una potencia

A los 15 años Lydia dejó León para irse a Madrid, a la residencia Joaquín Blume, donde se asientan los deportistas españoles de gran nivel. Desde que quedara prendada de los aros olímpicos en Barcelona 1992, cuando tenía 7 años, tenía claro que iba a pisar unos de ellos. Y desde luego que los pisó. Y bien fuerte, dando a nuestro país tres medallas olímpicas (entre ellas un oro) en una disciplina tan poco común en España.

Poco común hasta su explosión, que hizo crecer exponencialmente a la halterofilia. Evidentemente ha seguido siendo un deporte minoritario, pero el tener una campeona como ella ha impulsado al deporte de una manera que seguro ni ella se esperaba. Ahora toca dar un paso al lado y vivir su pasión desde el otro lado, algo para lo que afirma estar preparada: “Comienza una etapa que estoy segura de que estará llena de éxitos porque son los valores que me han inculcado”.

He decidido no volver a competir porque he conseguido todo lo que tenía que conseguir y he decidido cuidar mi cadera, mi salud, porque tengo una vida por delante

Una decisión que ha confesado ha sido meditada con mucho tiempo, pero la ponferradina afirma que se va plena. Además, ha dejado un mensaje claro para cerrar su despedida que, por sus palabras, más que un adiós es un hasta luego.

La halterofilia puede contar conmigo para siempre. A mí me gustaría seguir yendo a ver las competiciones porque soy un referente en mi país y en todo en lo que pueda ayudar voy a hacerlo