| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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¿Sexo a partir de los 6o?: ¡El sexo no tiene canas, si se tienen ganas!

Cumplir años no es ni excusa ni impedimento para disfrutar de las relaciones íntimas

| Dr. Jesús Sánchez Martos Belleza

La O.M.S. asegura en diferentes estudios que el sexo saludable alarga la vida potenciando el equilibrio físico y psíquico, a la vez que mejora notablemente nuestra calidad de vida, sin diferencias de género ni de edad. Sin embargo, hablar de sexo en las personas de 50-60 años, o más, sigue siendo un verdadero tabú entre la sociedad y entre los propios hijos y nietos, que no entienden que sus padres y sus abuelos puedan seguir disfrutando de su libido o deseo sexual, y de una vida sexual activa y saludable individuamente o en pareja.

 

¿Cómo afecta el envejecimiento a nuestra vida sexual? ¿Son achaques de la edad?

Del mismo modo que cumplir años afecta a la salud de nuestra piel, los huesos, los vasos sanguíneos y la regulación de la tensión arterial, también el envejecimiento puede afectar a la potencia y a la frecuencia de los actos sexuales, pero esto no debe significar que debamos tirar la toalla y pensar que son “achaques de la edad”, porque solo se trata de saber adaptarnos al paso del tiempo.

Es cierto que a partir de los 50 años aparece la menopausia y el climaterio en la mujer, que conlleva una disminución en la producción de estrógenos, las hormonas encargadas de la excitación sexual y la lubricación vaginal. Pero también el hombre tiene que saber hacer frente a la andropausia o andropenia, que se caracteriza por la disminución progresiva de testosterona con los años, responsable en gran medida del deseo sexual, la excitación, la dificultad para una erección completa y la receptividad de estímulos sexuales.

Por eso es normal que disminuya la frecuencia en la actividad sexual, incluso la potencia de la erección del pene y la calidad del orgasmo, siempre que lo comparemos con la edad de plenitud sexual que normalmente llega hasta los 45-50 años. Pero también es frecuente que aparezca una disminución de la libido o deseo sexual en la mujer como consecuencia del miedo a sufrir dolor vaginal durante el coito, lo que conocemos en medicina como “dispareunia” y que está desencadenado por la sequedad de la vagina al carecer de la lubricación suficiente. La buena noticia es que todo esto tiene solución.

 

Rompamos los tabús del “sexo y la edad”

La educación cultural y religiosa, y la sociedad en la que hemos vivido las personas que contamos con más de 50 años, han contribuido a fomentar muchos tabús que no ayudan en nada para admitir que el sexo saludable es una cuestión fisiológica a cualquier edad.

Los problemas de sexo en los mayores “son achaques de la edad”: Cuando aparecen diferentes problemas relacionados con la vida sexual a los 50 o más, no podemos aceptar que sea normal o que son achaques de la edad como nos han enseñado hasta ahora. Todos los problemas tienen una causa que hoy conocemos en la ciencia médica y para los que tenemos infinidad de soluciones, tanto para el hombre como para la mujer.

El sexo no entiende de género: aunque culturalmente se siga entendiendo en esta sociedad machista que lo más importante es la disfunción sexual en el hombre, debemos recordar que el 43% de las mujeres mayores de 50 años no disfrutan de su vida sexual.

Los mayores no tienen necesidad de una vida sexual activa: Gran error que entre todos debemos desterrar, para que nuestros hijos y nietos entiendan que el deseo y una vida sexual activa y placentera, además de ser una necesidad fisiológica, aunque diferente de cuando teníamos 20 o 30 años, es un claro indicador de calidad de vida.

Con la edad va despareciendo la libido sin remedio: No existe rigor alguno para seguir defendiendo este tabú social, porque gracias a los muchos estudios publicados en la literatura científica y especialmente los de Sigmund Freud en 1894, se demuestra con claridad que la libido no tiene porque disminuir con la edad y que cuando ocurre, existen soluciones desde la medicina y la psicología, que incluso pueden llegar a incrementarla.

Merece la pena recordar que la libido es el conjunto de deseo sexual, pensamientos, fantasías, satisfacción y placer de forma individual o en pareja. Con frecuencia se escribe erróneamente esta palabra con tilde, es decir, “lívido”, que significa intensamente pálido y que desde luego no tiene nada que ver con la “libido”. Y es que a veces la fonética también tiene su importancia y mucha.

La vida sexual solo consiste en el “coito”: Este es otro error demasiado frecuente entre hombres y mujeres, y aún siendo importante, a medida que se cumplen años el hecho de disfrutar de una vida sexual activa y saludable, no puede ni debe ceñirse solo y exclusivamente al área genital y al coito. Los años y la experiencia nos hacen valorar mucho más la comunicación emocional, la afectividad, las caricias, la empatía en la pareja, la confianza, la pasión, las fantasías sexuales, la ternura y el “amor”, aunque ésta sea una palabra que no esté de moda y que a veces nos avergüence aceptar. En definitiva, el orgasmo tanto masculino como femenino no puede refugiarse solo en el aparato genital y el coito.

 

Los problemas sexuales se sufren en silencio

Con frecuencia la persona que nota cualquier tipo de disfunción sexual, y especialmente en cuanto a la potencia de la erección o el orgasmo, sufre su problema en silencio y muchas veces se refugia en el Dr. Google, que puede hacer más daño que beneficio, y especialmente si al final la persona consigue esos “medicamentos milagrosos” que solucionan todo.

Hoy los profesionales sanitarios y especialmente los médicos y psicólogos podemos ofertar diferentes tipos de tratamientos para poder mejorar esos problemas que muchos siguen sufriendo en silencio.

Además, en muchas ocasiones una disfunción sexual puede ser “la punta del iceberg” bajo el cual aparece una enfermedad cardiovascular como la hipertensión arterial, el aumento de colesterol o la diabetes mellitus, por lo que siempre merece la pena consultar con nuestro médico de cabecera en el Centro de Salud.

 

¿Por qué no hablamos de sexo los profesionales sanitarios en la consulta?

En primer lugar, porque de vida sexual y placentera no se habla en los diferentes programas de grado de las profesiones sanitarias, lo que hace que tampoco tengamos presente ese indicador de calidad de vida en la consulta, muchas veces porque estamos acostumbrados a infravalorar un problema sexual, sin darnos cuenta de que en no pocas ocasiones significa para la persona y la pareja un verdadero problema, que a veces desencadena incluso la ruptura de la pareja.

Cuando realizamos una historia clínica completa, que incluye el indicador de “vida sexual placentera”, con frecuencia nos damos cuenta de que se trata de un efecto secundario de algún medicamento que estamos utilizando, por ejemplo para controlar una hipertensión arterial y que muchas veces al cambiar el principio activo del tratamiento la situación mejora notablemente. Otra razón fundamental para acudir a la consulta de nuestro médico de cabecera en el Centro de Salud.

 

El sexo no tiene canas, si se tienen ganas

Un buen slogan para tratar de convencer a todos, pero especialmente a nuestros jóvenes, aunque también a muchos profesionales sanitarios, de que “si se tienen ganas”, a pesar de la edad que se cumpla, no tenemos ningún derecho a limitar la saludable aspiración de continuar disfrutando de una vida sexual activa, saludable, placentera y agradable, porque en la mayoría de los casos existen soluciones eficaces. Es cierto que tampoco ayudan mucho el cine y los medios de comunicación, que con tanta frecuencia potencian el estereotipo del deseo sexual, representándolo por personas jóvenes, bellas y perfectas.

Pero también nosotros tenemos que poner mucho de nuestra parte; es fundamental que fomentemos nuestra autoestima, porque para que nuestra pareja nos vea guapos y atractivos, lo primero que tenemos que hace es gustarnos a nosotros mismos. Y es que llegar a envejecer de forma saludable, es un gran regalo de la vida que merece la pena disfrutar en todos los sentidos.

Jesús Sánchez Martos

Catedrático de Educación para la Salud

Universidad Complutense de Madrid